Lo dijo el genial semiólogo Umberto Eco durante una conferencia de prensa en el Gran Palacio de la Real Escuela de Equitación en Turín, donde sostuvo que “las redes sociales le dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad”. Lamentablemente esta atinada reflexión aplica a la sociedad salteña. Dos hechos judiciales que concitaron la atención pública en los últimos meses han promovido una violencia inusitada en las redes sociales donde manadas de sujetos anónimos opinan sin saber absolutamente nada.
Sin dudas el año que se está yendo ha sido una verdadera usina de realidades selectivas y un consumo de discursos plagados de violencia y desinformación. Dos casos emblemáticos han atravesado la agenda judicial: el primero de ellos fue el segundo juicio por el violento asesinato en Vaqueros de la señora Jimena Salas en 2017; y la muerte del comisario retirado Vicente Osvaldo Cordeyro.
En cuanto al debate oral y público donde los Saavedra resultaron absueltos por el beneficio de la duda, si bien no se pudo demostrar la participación de los hermanos quienes gozan de nefastos antecedentes, según lo expuesto por la fiscalía, si se determinó con certeza absoluta la autoría del femicidio a manos de Javier “El Chino” Saavedra como autor material del aberrante crimen.
En cuanto a la muerte del comisario retirado Cordeyro, de 64 años, aun en etapa de investigación, todo indicaría que se trata de un suicidio por la cantidad de evidencia que fue recolectada en el lugar de los hechos, faltando solo la pericia del teléfono que fue incinerado por el mismo Cordeyro, según los investigadores.

Opinólogos, soberbios, ignorantes y otras yerbas: “la invasión de los necios”
En ese punto es donde aparecen las especulaciones en redes sociales de una autentica manada de “expertos” en el tema, quienes ni siquiera tiene la menor idea de lo que significa el valor de una pericia y el tiempo que esto requiere. Pero como de pronto todo aquel que tiene acceso a una red social –escondido detrás del anonimato– ha tomado la posta y ha resuelto desde la comodidad de su casa un suceso que ha causado gran dolor en la comunidad.
A esta altura pareciera que ya nadie cree en las instituciones ni en el resultado del trabajo que puedan llevar adelante las Fuerzas Federales con recursos de Nación, porque resulta obvio que la tecnología le ha caído tan mal al público que pareciera ser que de pronto todos son expertos, portan magísters en ciencias forenses, pueden opinar y determinar cómo sucedieron exactamente los hechos e incluso exponer sus conclusiones, solo con la ayuda de un teléfono celular y obvio sus raciocinios moralmente “incuestionables”.
“Las redes sociales han generado una invasión de imbéciles que le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”, sentenció el gran semiólogo Umberto Eco antes de dejar este mundo cínico, previo a que esos imbéciles tomaran posesión absoluta del juicio de la realidad y que el idiota que más insulta es el rey de la manada.
Como bien reflexionaron los medios europeos tras esas declaraciones, “la Red supone la democratización de la difusión del conocimiento –de todo tipo de conocimiento– y de la información. En concreto, por Facebook, Twitter –ahora X–, Instagram o Google+, ni hablar de Tiktok, circulan intenciones, deseos, críticas, aplausos, insultos, adhesiones, de ciudadanos corrientes, y también informaciones contrastadas y opiniones de medios de comunicación. No es demasiado difícil distinguir entre unos y otros. Pero interpretando las palabras de Eco ¿cuántos realmente usamos las redes con responsabilidad y con un propósito mejor que el entretenimiento momentáneo?”
Durante una conferencia de prensa en el Gran Palacio de la Real Escuela de Equitación en Turín, el semiólogo sostuvo que “el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”. Esta última reflexión es la que toma relevancia una vez más y nos ubica frente a realidades como el debate oral y público en el que los Saavedra quedaron absueltos pero donde el hermanos de los dos juzgados resultó con certeza absoluta y largamente probado como el autor de las 45 puñaladas frente a las hijas de la joven madre, en el interior de su casa.

Sin embargo se realizan marchas pidiendo “Justicia por Javier Saavedra”, cuando en realidad se debería estar pidiendo justicia por Jimena Salas. Pero sin dudas Salta es el mundo al revés.
Cabe recordar que Javier Saavedra se cortó las venas del brazo izquierdo solo 12 horas antes del juicio, en el baño de la alcaidía y que su propio abogado defensor reconoció como un hecho factico que cometió suicidio. Como si la palabra del reconocido defensor de los Saavedra, Marcelo Arancibia no gozara de un prestigio indiscutido.
Resulta surrealista plantearse que en vez de pedir justicia por la víctima, se pida justicia por el victimario. Y si bien los otros dos sujetos quedaron absueltos por el beneficio de la duda, justamente queda la duda flotando porque lógicamente que tan obvios no fueron como para usar sus celulares los días anteriores y posteriores al sangriento asesinato, que hace años vienen ejecutando actos delictivos y que el asalto a la casa de Jimena Salas podría haber sido uno de ellos.
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Los Saavedra quedaron en libertad porque en el debate no se pudo demostrar acabadamente sus participaciones, pero como estos juicios son para buscar la verdad además de justicia, la fiscalía pudo demostrar la hipótesis de la “banda criminal” con certeza probada.
Pero como nadie asiste a esos debates y todos opinan sin el más mínimo conocimiento de lo que allí se muestra, la “perrada” solo se queda con los titulares del lunes y como si eso fuera poco sacan sus propias conclusiones. Obvio que esperar que lean los fundamentos sería tanto como esperar que hayan leído el preámbulo de la Constitución Nacional, cosa que evidentemente no se les ocurrió hacer jamás.
En cuanto a la participación de Cordeyro en el caso Jimena Salas, tampoco es un secreto guardado bajo 7 llaves, sino que se trata de un gran aporte que el comisario retirado hizo a la Procuración y que jamás se tuvo en cuenta, ya que si le hubieran prestado atención quizás la investigación no hubiera tomado el absurdo rumbo que tomó en 2019 y eso posibilitó el escape del “Chino” Saavedra al norte y la desaparición del “Hombre 2”, Dios sabe dónde, quien aún permanece prófugo.

En sintonía con ello, el procurador indicó que “la única vinculación objetiva que yo conozco es la que Cordeyro era abuelo de una de las hijas de los hermanos Saavedra y que Cordeyro trajo acá a la procuración en otro tiempo, en el año 2018 o 2019, cuando se publicaron desde el MPF los videos y las fotos que fueron rescatadas del celular de Jimena Salas, cuando salió esa foto del hombre con el perrito, Cordeyro como buen policía que era, trajo la información de que el mismo perro y el mimo detalle fisonómico podrían encontrarlo después”.
Lamentablemente para la investigación los tiempos se dilataron indefinidamente, ya que con respecto a ese “dato que no fue atendido ni prestada la atención suficiente, que si se la hubiera prestado ya en el año 2019 esa causa se resolvía rápidamente y no se hacía todo el desgaste jurisdiccional del juicio en contra del viudo que terminó como terminó”, enfatizó García Castiella.
Violencia, soberbia y retroceso
La patética realidad no demuestra otra cosa que aquellos aquelarres de los pueblos sin memoria, típico de los relatos de Gabriel García Márquez, cuando una manada de borrachines se juntaban en la plaza para denostar al que pasare frente a sus narices y donde la más frondosa de las imaginaciones pergeñadas por esos viciosos se convertían en relatos que luego pasaban a formar parte del imaginario colectivo, fagocitaban con el chismerío y se convertían en verdades públicas.
Ese conventillo no pasaba de hechos tan minúsculos y divertidos como fulanos saltando tapias con los pantalones abajo tras haberse revolcado con alguna fulana infiel o relatos de espantos tras los muros del cementerio local, con apariciones de seres tan pintorescos como “la llorona” o “el duende”.
Pero aquí en Salta capital, que jamás ha dejado ese costumbrismo que forma parte del folclore local, no se trata de divertidas vivencias relatadas por algún campesino bruto que acaba de terminar su jornal con los sesos ardidos de sembrar toda la tarde en el cerco; de lo que se está deliberando en las cloacales redes sociales son tragedias que destruyeron familias y fueron protagonizados por auténticos psicópatas asesinos que perpetraron una masacre, como la del 27 de enero de 2017 y que luego se escondió tras una máscara de adalid del trabajo social y comunitario.
Lamentablemente la modernidad liquida que describe el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, nos atraviesa de tal forma que incluso inoculó a la buena prensa que se hace artesanalmente en Salta a pesar de las fake news, las acusaciones por parte de los políticos a los periodistas de “ensobrados” y la falta total de respeto por parte de una masa de brutos que invadieron las redes sociales y empobrecieron culturalmente a la comunidad de Salta.
Cada quien sabrá hacia donde virar y que consumir, ya que “las opiniones son libres y los hechos son sagrados”.



