Un escepticismo enfermizo atravesó la credibilidad de las instituciones en un año donde se terminaron gran parte de los sicariatos en el norte de la provincia de Salta; se acabaron las repartijas de domiciliarias para los actores principales de la narcocriominalidad en Oran y sus alrededores; condenaron al Gringo Palavecino, el jefe narco más temido de Salta y lo trasladaron al penal de Ezeiza. Pero el logro de mayor impacto fue que se pudo saber por fin quien masacró a Jimena Salas en su casa frente a sus hijas. Sin embargo el relato absurdo primó por sobre los hechos y la sociedad salteña debe seguir tolerando la ridícula construcción de realidades alternas, distorsionadas y hechos que jamás existieron pero que impactan de forma más perversa y atractiva sobre la población.
En 1999 las hermanas Wachowski tomaron al mundo por sorpresa con una fábula cinematográfica seminal de excepcionales prestaciones intitulada “The Matrix”, plagada de referencias e interpretaciones en la cual la principal metáfora es una simulación de computadora que engaña a la mente humana. Entre las múltiples referencias filosóficas e influencias orientales aparece un libro de Jean Baudrillard, “Simulacro y simulación”. Ergo, la tesis del autor sobre la sustitución de la realidad por sus signos y simulacros impregna toda la película.
A la sociedad salteña parece habérsele puesto una realidad alterna en frente de los ojos para que no pudieran ver lo que realmente está sucediendo. Es decir que los logros de las instituciones jamás saciarán el hambre de fantasías de una sociedad que ni siquiera distingue el bien del mal.
El caso de Javier “El Chino” Saavedra es paradigmático. Un psicópata frio, calculador y altamente manipulador que le asestó 45 puñaladas a una mujer indefensa después de engañarla con un caniche toy para meterse a su casa y asesinarla delante de sus hijas de 3 años. Para luego escapar con la ayuda de otros sujetos –ya identificados– cómplices de un crimen atroz y finalmente localizado y arrestado en Santa Victoria Este. Tras dos intentos de suicidios, acorralado por la cantidad abrumadora de pruebas en su contra se termina matando en la alcaidía cobardemente, 12 horas antes del juicio que lo iba a enviar a la sombra por 35 años.
Por ese sujeto se pide “Justicia” todos los jueves en la Plaza 9 de Julio, profanando este sagrado lugar donde marcharon durante años la madre de Cintia Fernández, el padre de Marquitos Córdoba, el padre de las turistas francesa, Jean Michel Bouvier, y muchos familiares a quien les robaron la vida de sus seres queridos. Sin embargo cuando la justicia comienza a actuar, a arrestar a asesinos como Javier Saavedra, es cuando se comienza a poner en duda la credibilidad de las instituciones.
Lamentablemente aquí no se puede aplicar el Budismo como un manto de sanación sobre tanta necedad. En la Matrix la representación casi literal del samsara, el ciclo de sufrimiento, ilusión (maya) y renacimiento al que están atados los seres no iluminados se parece tanto a esas manifestaciones públicas antes descriptas que ocurren en Salta, que el despertar de esa fantasía sería como alcanzar el nirvana, es decir una cesación del sufrimiento mediante el conocimiento.
“Bienvenidos al desierto de lo real”
Desafortunadamente ese despertar jamás va a ocurrir porque esta es la vida real, en una aldea olvidada de Dios, un pueblo con shopping y Wi-Fi, donde el relato es tan fácil de hacer creer cuando la “ignorancia es una dicha” y no hay peores ciegos que los que no quieren ver.
Los relatos donde existen mártires y villanos perfectamente delineados distan demasiado con las fabulas donde el camino del héroe va construyendo una estructura narrativa con final feliz, donde la protagonista principal es LA VERDAD, la que lamentablemente no forma parte de esta tragicomedia que se vive en Salta.
Aquí no encaja la estructura de Joseph Campbell porque los que consumen el cuento son ignorantes que apenas tienen las competencias para escribir unas paparruchadas en sus cuentas de redes sociales, las cuales son gratis; y obvio que son de libre acceso por una cuestión de ceder datos a las grandes compañías para que estas sepan los gustos de esos simios sociabilizados, quienes utilizan dispositivos móviles y que son la carne de cañón de la sociedad de consumo.
Pero esa discusión es muy compleja para el nivel estremecedor de ignorancia que ha descendido sobre esas masas de borregos crédulos, quienes han tomado la “Springfield” del norte argentino, es decir nuestra desafortunada sociedad salteña. Don Hernando de Lerma se debe estar retorciendo en su tumba de ver la “invasión de idiotas” –Umberto Eco– que han ocupado sus amados valles.
Aunque no es nuevo el hecho de hacerles creer mentiras a un montón de idiotas. Lo hicieron los nazis con la utilización de la aguja hipodérmica –Joseph Goebbels mediante– utilizando el Cine y la radio como herramientas de comunicación cuando no existía la bendita Internet, cayéndole por sorpresa a millones de personas en la Alemania que le creyó a un loco como Hitler, quien mató a 6 millones de personas.
A Dios gracias la noción cuantitativa de la estupidez no es tanta en nuestra pequeña aldea pero si nociva para una población que tiene la capacidad de “comerse” cualquier verso, debido a que tuvieron la suficiente habilidad de venderles el márquetin del bueno y el malo. Esa dualidad presenta una inseparabilidad “saussureana” de paupérrimas consecuencias.
En el Taoísmo aparece el equilibrio Yin-Yang. Dualidades que buscan un equilibrio. En la Salta crédula de relatos fantasiosos y teorías conspirativas ficticias esa dualidad está exactamente parada patas arriba en un “mundo del revés”, donde Javier Saavedra es un mártir; donde las feministas salteñas se olvidaron completamente de Jimena Salas, víctima de uno de los peores femicidios del siglo; y donde la penetración del narcotráfico por el norte de Salta aparentemente no le preocupa a nadie. Así es que estamos mirando del lado incorrecto del espejo opaco, ese que se ve en las películas donde los buenos están mirando a los malos sin que ellos lo sepan.
Vivimos en la Matrix en un año 2025 donde los fabuladores sacaron ventaja sobre la pobrísima forma de comunicar de las instituciones de la justicia salteña. Donde cada relato absurdo se ha convertido en un mantra, donde la realidad incomoda y la verdad duele.
Habría que preservar y recuperar el bien más preciado que teníamos y que lo hemos perdido por obra y gracia de los necios: la verdad por sobre todas las cosas.



