Para la psicóloga del CIF Javier Saavedra “evidenciaba conductas agresivas explosivas y consideraba a las personas como objetos y no como sujetos”, caracterizándolo como de personalidad “psicopática, narcisista y egocéntrica”. Sin embargo su círculo más allegado y otras personas que pudieron conocerlo e interactuar con él lo describen como un ser bondadoso y afable, dedicado al trabajo social y de quien jamás imaginarían que sería capaz de cometer la atrocidad por la que fue requerido a juicio, donde las pruebas son demasiado contundentes.
El 27 de enero de 2017, apenas pasadas las 12 del mediodía, Jimena Salas abrió la puerta de su casa a un joven bien vestido y de buenos modales sosteniendo un caniche toy color gris. En ese momento nunca supo que apenas le quedaban unos minutos de vida.
Casi 8 años después, en la Sala 1 de Ciudad Judicial, durante su declaración frente al tribunal que juzga a los hermanos Saavedra, la psicóloga del CIF se refirió a la pericia realizada oportunamente a Javier Nicolás Saavedra, a quien caracterizó como de personalidad psicopática, narcisista y egocéntrica. También dijo que “evidenciaba conductas agresivas explosivas y consideraba a las personas como objetos y no como sujetos”.
Entre los testigos convocados por la defensa desfilaron una cantidad importante de personas que no solo consideraban a Javier Saavedra como un joven dedicado a su tarea social, sino que algunos como el hermano franciscano Martin Caserta, estaban encantados con la personalidad del “Chino”. De hecho, los que prestaron declaración en calidad de testigos de concepto no ahorraron en elogios para con la persona de quien es considerado por los investigadores como el autor del horroroso femicidio ocurrido en Vaqueros aquel trágico 2017.
Entre los que testificaron a favor de Javier Saavedra está la ex ministra de Desarrollo Social, Verónica Figueroa, quien lo conoció por los trabajos comunitarios que desarrollaba. La ex funcionaria concluyó en su testimonio que el fallecido “fue excelente, que confiaba en él y que lo consideraba una persona inteligente y con compromiso social”.
En tanto su pareja quien también fue convocada para prestar declaración llegó a dudar de su novio cuando vio las fotos del caniche toy en el diario y en los medios digitales. Eso quedó consignado durante el debate cuando se escucharon los audios que ella le envió en 2017, pero solo bastaron dos líneas de mensajes de Javier para que la joven desistiera de su sospecha y le creyera ciegamente.

La pericia psicológica
“La Licenciada Cornejo quien tuvo a su cargo la pericia psicológica de Javier Saavedra explicó extensa y detalladamente por qué concluyó que era un psicópata, narcisista, egocéntrico, fabulador y manipulador”, escribió el abogado querellante Pedro Arancibia en su cuenta de X después de aquella jornada en la que no quedaron dudas de la contundencia de las pericias psicológicas.
La pregunta que queda hacerse desde el sentido común entonces es: ¿Cómo es posible que una persona que parece ser un ser tan encantador, pueda ser capaz de cometer un acto atroz como asestarle más de 40 puñaladas a una joven madre delante de sus hijas y luego permanecer prófugo de la Justicia por casi 5 años?
La Ciencia tiene las respuestas tras años de estudiar a sujetos que presentan el mismo patrón psicológico que Javier Saavedra y que en la mayoría de los casos terminaron siendo celebres asesinos seriales.
Robert Ressler es Criminalista y perfilador del FBI. Es uno de los pioneros del perfilamiento criminal. Analizó a John Wayne Gacy como arquetipo del asesino en serie que se esconde tras una “máscara de normalidad” para ganar la confianza de la comunidad. Es autor de varios libros en los que se ocupa taxativamente de encantadores sujetos que lograron camuflarse frente a toda una comunidad que los creía seres bondadosos y comprometidos socialmente.
Cabe recordar que Gacy era un notable miembro de su comunidad, empresario y propietario de una compañía de accesorios para el hogar que empleaba a jóvenes de los cuales terminó secuestrando y asesinando a algunos de ellos, entre su espantosa cosecha de más de 30 víctimas. Se disfrazaba de payaso para entretener a los niños de los hospitales los domingos y los sábados organizaba parrilladas a las que asistían muchos políticos y quienes almorzaban a solo metros de donde tenía enterradas a sus víctimas, debajo de su casa.

John E. Douglas es otro perfilador del FBI y autor de varios libros donde desglosa a asesinos como Gacy, quienes usan un “personaje” (el payaso, el empresario) como herramienta de depredación para acercarse a sus víctimas.
La Dra. Helen Morrison es una psiquiatra forense quien entrevistó extensamente a Gacy y concluyó que tenía una personalidad “no integrada” y era un “pozo vacío” emocionalmente. Su fachada de encanto era una herramienta puramente funcional.
Para el caso de Terry Sullivan, quien fue fiscal del caso Gacy, pudo estudiar extensamente su vida para lograr la condena. En su libro “Killer Clown” detalla cómo usaba su imagen pública de “Payaso Pogo” y su cargo en la Cámara de Comercio para crear una cobertura perfecta.

Habilidad camaleónica
Los expertos coinciden en que la capacidad de Gacy para ser un “payaso encantador” y un “miembro destacado de la comunidad” no era un rasgo de una personalidad sana, sino una herramienta calculada de un depredador.
La máscara de la normalidad en alguien como Gacy que entendía que ser un hombre de negocios, un demócrata activo y un payaso para niños le daba una capa de respetabilidad e inocencia que lo hacía intocable. Esta “máscara” le permitía desviar las sospechas incluso cuando las familias reportaban la desaparición de sus hijos.
El Payaso “Pogo”, su personaje no era solo un disfraz, era la personificación de su acceso a las víctimas. Le daba una excusa para estar cerca de niños y adolescentes y ganar su confianza rápidamente. Esta marca en su personalidad que ocultaba un sadismo inusitado inspiró al escritor Stephen King a crear su obra maestra “It”.
También existe un vacío emocional que pudo detectar la psiquiatra Helen Morrison, quien enfatizó que detrás de toda esa fachada no había una personalidad real, sino un vacío y una necesidad de control y dominación total sobre sus víctimas. El “encanto” era pura manipulación.
“El Caníbal de Milwaukee”
Fue un asesino en serie y agresor sexual estadounidense que cometió el asesinato y desmembramiento de diecisiete hombres adultos y adolescentes entre 1978 y 1991. Muchos de sus asesinatos involucraron la necrofilia, el canibalismo y la preservación permanente de partes del cuerpo.
Podría decirse que para el caso de Jeffrey Dahmer se trata de un ejemplo extremo donde conviven todas las recetas para el horror y salvando las distancias con Javier Saavedra, tienen en común el encanto irresistible. Los que conocieron a Jeffrey solo hablan de un ser maravilloso, un joven encantador que embonaba muy bien en la comunidad gay de Milwaukee y a quien “quisieras llevarte a tu casa e invitarle una cerveza”, como dijeron muchos testigos.
Una experta en Ciencias del Comportamiento que opina en una de las múltiples entrevistas realizadas en aquella época manifestó que Jeffrey no necesitaba camuflarse bajo ningún disfraz porque simplemente era encantador.
Otro caso es el del asesino en serie Ted Bundy, su habilidad para camuflarse como un hombre inofensivo y simpático ante las mujeres, así como su personalidad narcisista que lo llevó a tal punto de despedir a sus abogados durante su juicio, porque creía ser mejor que ellos y por un sentimiento de grandeza, lo convirtieron en uno de los asesinos en serie más mediáticos de los Estados Unidos.
La máscara del Chino Saavedra
De la misma manera que los célebres infames asesinos en serie citados como Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy y Ted Bundy, supieron seducir a sus víctimas con sus irresistibles encantos y sus carismáticas personalidades, Javier “el Chino” Saavedra tuvo la suficiente habilidad como para realizar un trabajo comunitario encomiable en el norte y convencer a todo aquel que lo conocía que era un ser lleno de luz propia.
Su llegada al norte en 2018 significó para esos niños la alegría propia de quienes se saben abandonados en esos andurriales olvidados de Dios, donde ni siquiera el Estado tiene la capacidad de contenerlos. Allí Javier hizo un trabajo excepcional en lo que refiere a lo social, sumándole sus habilidades artísticas para los instrumentos musicales. De hecho se destacaba tocando el bandoneón. Lo que da cuenta de ello son las fotografías en su cuenta de Facebook, rodeado de niños.
Seguramente el punto más cercano a la comparación con estas mentes criminales brillantes es el hecho de haberse ido a vivir en cercanías a la sede de Gendarmería. ¿Quién podría imaginarse que ese joven encantador que vivía a solo metros de los efectivos de la ley fronteriza, había dejado su ADN en la escena de un crimen en 2017? absolutamente nadie.
Sin duda alguna Javier Saavedra usó una máscara que lo mantuvo alejado de los sabuesos por 5 largos años, los últimos de su vida. Un lustro en los que su trabajo fue tan brillante que el reconocido periodista Nelson Castro –el Corresponsal– se llegó hasta el norte profundo a entrevistarlo después de haber ganado un reconocimiento de la Fundación River Plate en esos parajes donde los niños necesitan de un ángel que los contenga.
Lamentablemente ese “ángel” había utilizado todos sus encantos para convencer a una joven madre de abrirle la puerta y permitirle fotografiar al caniche toy que había utilizado 4 días antes para engañar a otra mujer, pero de quien había desistido abordar. Situación diametralmente opuesta a aquel 27 de enero de 2017.
El 15 de setiembre de 2025 decidió tomarse el “Expreso de medianoche” y llevarse a la tumba el secreto más perverso que pudo guardar en su vida. Ese que revelaría lo que realmente sucedió entre las 12:45 y las 13:30 hs. de aquel trágico día, y el motivo por el cual Jimena Salas recibió las 45 puñaladas que cegaron su vida.



