Se trata del sitio JENESAISPOP, desde el cual se ataca la falta de “amigos con derechos” del mismo sexo y la escases de mujeres en medio de una tragedia que no deja ni aliento en los protagonistas de llorar a sus propios muertos con tal de sobrevivir; tras aquel fatídico octubre de 1972 cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en los Andes, dejando varados a un equipo de rugby y a sus amigos. Foto: Netflix / Fotogramas.es
Todo tiene un límite, sobre todo la estupidez al extremo máximo. Resulta que a la exigencia de la presencia de gays, afroamericanos y muchas mujeres en los elencos de series y películas, aun en caso de tratarse de historias reales, ahora la moda woke dicta que es una obligación forzar un ridículo anacronismo y sesgar la realidad de lo que el director está intentando llevar a la pantalla con el mayor realismo posible.
La absurda crítica de ese portal se plantea la falta de romances entre esos hombres del mismo sexo en la soledad de las montañas y la escases de mujeres en escena.
Cabe recordar que la cultura woke –con la que comulga enfermizamente este artículo– es un término que se utiliza para describir una serie de movimientos e ideologías progresistas o de izquierda identitaria posmoderna. Los woke suelen estar demasiado preocupados por la justicia social, la equidad racial y de género, y los derechos de los grupos históricamente marginados. No está mal pero si se insiste en hacerlo con fanatismo entonces es cuando el termino se vacía de contenido, y este es el caso.
Para comenzar a desandar el ridículo planteo del articulo en cuestion se podría iniciar por la “falta de hombres gays” entre los 45 pasajeros y la tripulación. Hay que recordar que corría 1972 y se trata de un equipo de rugby, donde por obra del destino la mayoría tenían sus novias preocupadas por volver a verlos con vida tras esos fatídicos 72 días perdidos en condiciones en las que nadie podría sobrevivir.
El hecho de que todos hayan resultado ser heterosexuales no obedece a un capricho machista, simplemente se trata de una dinámica aleatoria, como por ejemplo Los Village Peoples eran todos gays en la misma década de sucedida la mencionada tragedia.
Se trata de Netflix –según el que escribe el articulo– “no es que haya que hacer una relectura forzando cosas para ´representar´ y que quede woke, no es esto Netflix (¡espera, sí que es Netflix!)”, enfatiza. Ergo, parece casi una obligación para los productores de la plataforma de la “N” roja que al menos un personaje de las historias tengan la elección amorosa del mismo sexo. Pero aquí se trata de una historia real y no se puede forzar nada, al contrario, J. A. Bayona es tan obsesivo con los detalles reales que por ejemplo, le exigió a Carlos Páez Vilaro al interpretar a su padre, que cargue con el mismo rosario que usó el famosos pintor mientras buscaba a su hijo.
Pero claro, aquí pretenden que estos jóvenes que no tenían fuerzas ni para llorar por la pérdida de sus familiares y amigos, se pongan a “filtrear” con sus compañeros en una absurda situación romántica, cuando en realidad se los tuvieron que terminar comiendo para sobrevivir. Lo que Bayona muestra sin desparpajos en los momentos mas crudos con la antropofagia en su forma más visceral.
“Ni siquiera podía darme el lujo de gastar una lagrima en llorar por mi madre y mi hermana, sino de buscar fuerzas para sobrevivir. Me daba bronca por no poder llorar porque todo mi cuerpo se había preparado para la supervivencia”, dijo Nando Parrado al volver de semejante periplo contra la muerte; el contraste es tan fuerte con la pretensión de la absurda crítica que da vergüenza ajena el solo hecho de analizarlo.
Los escases de mujeres
El otro planteo absurdo es la falta de mujeres en el reparto, como si del cupo femenino en Diputados se tratare. Otra vez el pseudo-progresismo chocando de bruces contra la realidad. La lista de los pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya estaba compuesto por 45 personas que viajaban en el chárter, sólo 5 eran mujeres. Lamentablemente todas fallecieron.
Dos de ellas murieron en el choque y una tercera durante la primera noche. Solo dos quedaron en el primer grupo de sobrevivientes. Una gravemente herida murió al noveno día –era Susi Parrado– la hermana de Nando Parrado. En cuanto a la pareja de un empresario que se sumó al chárter, murió junto a otros siete pasajeros en el alud que cubrió los restos de la cabina del avión, 17 días después del accidente.
Las cinco son: Susana Parrado, Eugenia Parrado, Graciela Mariani, Eugenia Mariani y Susana Strauch. En cuanto a la tripulación, en esa época no había mujeres en los vuelos comerciales más que las azafatas pero este era un vuelo de un avión de la Fuerza Aérea. La lista completa la conformaban: el Teniente Coronel Julio César Ferrés, piloto; Teniente Roberto Fiori, copiloto; Sargento Mayor Ramón Martínez, mecánico; Sargento Mayor Carlos Roque, mecánico y el Sargento Mayor Daniel Fernández, mecánico. Todos hombres y todos fallecieron.
En cuanto al equipo, en aquella época no existía el “rugbi femenino” y tampoco había asistentes mujeres en labores como masajistas o utileras. Se trataba de un deporte que en aquella época y sobre todo en Sudamérica era amateur, por lo que al no pertenecer al profesionalismo las exigencias de cupos o mujeres que quisieran formar parte era nulo.
La manía de querer posar como “progre” cuando la situación va a contrapelo con la realidad, donde el anacronismo y el sesgo ideológico no corresponden, no hace falta subirse al esnobismo y quedar a contramano con el sentido común.
Para que el lector juzgue por sí mismo el enfoque de la crítica en cuestión, lo que sigue es el párrafo donde se alude a lo expuesto en la presente nota: