Primero se publicó en todos los medios locales que una niña había sido sometida a una práctica de exorcismo pero luego las autoridades del Hospital Materno Infantil negaron mediante un comunicado que haya sido así determinando que los síntomas eran compatibles con una “meningitis viral”. ¿Ciencia, religión o sensacionalismo?
Según informó el nosocomio, recibieron a la menor el 6 de diciembre con síntomas de una cefalea intensa y que “tras una evaluación exhaustiva se determinó que los síntomas eran compatibles con una meningitis viral”. “La paciente fue sometida a una serie de estudios complementarios, incluyendo electroencefalograma y análisis de laboratorio, los cuales confirmaron el diagnóstico. En todo momento la niña recibió la atención de especialistas en pediatría, neurología y salud mental, entre otros, además de los cuidados necesarios de acuerdo a los protocolos médicos establecidos”, detalla el comunicado oficial.
Desde el Hospital enfatizaron que “en ningún momento se han realizado prácticas de exorcismo”, asegurando que si bien se brindó asistencia religiosa por solicitud de la familia, respetando sus creencias, se ponderaron los “principios científicos y éticos”.
“Desde el Hospital Materno Infantil reafirmamos el compromiso con la salud y el bienestar de todos sus pacientes. Nuestra prioridad es ofrecer una atención sanitaria de calidad basada en evidencia científica y en el respeto a la dignidad humana”, señalaron.
Sin embargo medios como EL TRIBUNO o QPS, publicaron sendas notas que daban cuenta de que efectivamente la niña estaba poseída por una especie de íncubos o súcubos, que habían convertido a la menor de ser una alegre cantante de karaoke a un manifestarse demoniacamente.
“Una niña alegre a la que le fascinaba cantar en cada reunión familiar vivió una situación increíble en el Hospital Materno Infantil. Ella era la estrella en su casa. Agarraba el micrófono, ponía el karaoke y deleitaba a todos con su voz afinada y dulce. Esta niña desenvuelta, de sonrisa fácil, de humor agradable, se transformó de la noche a la mañana en un ser irascible, de malhumor, de insulto fácil y agresivo. Era otra persona. Algo había pasado y los padres no le encontraban una explicación a eso. Después comenzó con fiebre y vómitos. Fue al hospital local y de ahí la derivaron al Materno Infantil porque no le encontraban nada”, decía una crónica.
De hecho se llegó a publicar la biografía del cura para este tipo de práctica. Loyola Pinto se llama el sacerdote en cuestión y afirman que está autorizado por el Arzobispado de la Provincia de Salta a realizar exorcismo.
“Esta niña está poseída”
No obstante pasaron a decir que todo se trata de un “Un misterio médico sin respuestas”, allí afirman que “en el nosocomio, los especialistas sometieron a la menor a una batería de estudios exhaustivos. Los resultados fueron sistemáticamente negativos: ni infecciones, ni anomalías orgánicas, ni signos de enfermedad diagnosticable. Sin embargo, la salud de la niña se deterioraba rápidamente. Seguía con fiebre alta, episodios de agresividad y manifestaciones desconcertantes: su voz cambiaba, emitía insultos y mostraba comportamientos que dejaban perplejos a los familiares, enfermeras y facultativos. La niña entraba en trance entre dos a tres veces por día. Insultaba. Maltrataba a la madre”.
Cuando “volvía” en sí, le pedía a la mamá que le pasaba, que le cuente qué tenía y se ponían a llorar juntas. Una médica que vivió cada episodio, dijo: “Esta niña está poseída”, llegó a advertirle uno de los familiares.
Con cuatro días de internación y sin avances, esa misma médica que atendía el caso de la pequeña le sugirió a los padres buscar ayuda espiritual. Los veía desesperados, sin saber qué más hacer, por eso se animó a sugerirles. La familia, que había comenzado una cadena de oración, decidió seguir el consejo y se contactó con el Arzobispado de la Catedral, y ellos con Loyola Pinto, reconocido exorcista y uno de los dos que hay en tierra salteña.
¿Un exorcismo en pleno hospital?
El padre Loyola Pinto, junto a un asistente, llegó al hospital el cuarto día de internación. Con la autorización de los familiares realizó un ritual apotropaico en la habitación de la menor. Durante el exorcismo, que incluyó oraciones, fórmulas y encantamientos propios del rito católico, los presentes aseguran haber presenciado un cambio notorio: la niña dejó de convulsionar, recuperó el conocimiento y su fiebre desapareció.
Al día siguiente, la niña retomó su alimentación normal y mostró una actitud tranquila y alegre, como si nada hubiera ocurrido. Los últimos estudios médicos confirmaron su plena recuperación, sin hallar anormalidades. La familia decidió compartir su experiencia e historia con El Tribuno, aunque aún con incredulidad.
“Nunca creímos que algo así pudiera pasarnos. Lo veíamos en películas, no en la vida real”, comentó una de las tías de la menor, La familia atribuye el episodio a una presencia espiritual que habría ingresado en la niña durante el velorio de un tío al cual asistió junto a su familia. “Algo o alguien no quería irse de este mundo y encontró un lugar en ella”, reflexionó la madre.
¿Ciencia o religión?
Al final no se sabe con precisión si se trató efectivamente de una historia como la que relata William Peter Blatty en su best seller publicado en 1971, el cual a su vez se basa en un exorcismo efectuado en 1949, de la que se realizó la que al día de hoy está considerada la mejor película de terror de todos los tiempo, dirigida por William Friedkin, estrenada en Argentina en 1974.
Lo sucedido en Salta tiene versiones tan dispares una de otra que recuerda al caso de Emily Rose, también llevada al cine donde el eje del planteo gravita entre ciencia o religión, donde la chica sufre un severo caso de edilicia.
En esta historia que también llevada al cine en 2005, Richard Moore es un sacerdote acusado de homicidio por negligencia por la muerte de la joven Emily Rose. Esta católica devota empezó a tener visiones aterradoras tras asistir a la universidad y decide contactar con el cura, pues se convence de que necesita un exorcismo. Ahora, la abogada agnóstica Erin Bruner decide arriesgar su reputación ayudando al padre Moore. En boca de la mismísima joven, estaba poseída en total por seis demonios: Lucifer, Caín, Judas Iscariote, Nerón, Belial, Legión.