En el recinto del cuerpo deliberativo capitalino solo se escuchan discusiones bizantinas referidas a cuestiones políticas nacionales totalmente ajenas a la labor de un concejal y pacaterías de distinta índole que al contribuyente no le sirven para nada. ¿Cuándo llegará el día que se discutan proyectos útiles para la ciudadanía?
Desde el aterrizaje de personajes del ambiente artístico, periodístico o lo que fuere que haya tomado cierto grado de notoriedad pública, el Concejo Deliberante capitalino ha caído en una decadencia institucional como pocas veces se ha visto. Allá lejos en el tiempo quedó la tertulia entre la Orozco y José García, cuando se sacaron chispas por el sueldo millonario que ambos cobraban de la misma caja que hoy paga a los ediles según ajustes inflacionarios, cosa que no ocurre con los sueldos de los docentes por ejemplo.
Sí, en cambio, en cada sesión, se escuchan discursos que abordan las cuestiones de la política nacional, críticas a cuestiones totalmente ajenas a la labor de un concejal, sin contar espectáculos folclóricos en el Recinto, o algunas alocuciones muy cercanas a delirios de un enajenado mental.
Crecimiento exponencial de una ciudad de turismo internacional
En 2010 una empresa privada del medio local realizó un estudio de mercado para saber a ciencia cierta cuanto había crecido el parque automotor en Salta y se dieron con la sorpresa de que el incremento del parque automotor fue tres veces superior en esos 10 años desde comienzo del nuevo milenio. En la actualidad ese número se ha quedado muy atrás de la realidad y la cantidad de vehículos que transitan por las calles de Salta se desmadraron de todo análisis.
Dicho esto es lógico pensar en que no hay plan de bacheo que alcance para arreglar el estado de las calles y la urbanización en particular. Allí es donde deberían entrar en acción las iluminadas mentes del concejo capitalino.
Pensar en proyectos que saquen a los colectivos del centro de la ciudad, sería un buen comienzo. Estos “acoplados” con gente apiñada como animales, destrozan las arterias y calles de una ciudad que se ha convertido en polo turístico de la Argentina. Eso podría ser solo el comienzo de una voluntad política que no arranca jamás.
Pensar en una ciudad de primer mundo fue el delirio de Bettina Romero mientras ocupó la jefatura del municipio que a Dios gracias se terminó antes de pasar a una segunda y nefasta administración pero la idea no es un delirio. Solo hacen falta ideas.
Ergo, la caja del Concejo tiene los recursos suficientes para lograr que Salta sea una ciudad, al menos “transitable” y no la ruina que es al día de hoy.
Otro párrafo para destacar de la nota titulada “Legislar para la tribuna: El Concejo Deliberante, la vergüenza capitalina”, opina que “cuáles serían las alternativas para un problema urbano tan grave como este, o el problema del caos del tráfico, en una ciudad que conserva su planta urbana igual que hace un siglo cuando transitaban menos de diez vehículos y ahora son centenares de miles”.
Este y muchos otros temas podrían llenar la agenda de un cuerpo deliberativo que debería ser el brazo “armado” de ideas, ordenanzas y proyectos de la Municipalidad; y no el cotilleo en el que se ha convertido desde que asomaron por avenida del Líbano verdaderos paracaidistas, oportunistas y toda clase de personajes que pretenden protagonizar un “stad up” más que ser parte de la vida institucional local.
Cuesta creer en la decadencia que ha caído ese concejo deliberante del que los salteños necesitan tanto y que tan poco brinda a la ciudadanía.