Dos comunes denominadores unen a Vera y Conlon. Fueron injustamente encarcelados y ambos fueron presos políticos. Dos terribles historia que hacen punta en un lugar común, intereses espurios y complicidad de Estados perversos contra hombres inocentes.
La brutal historia de Gerry Conlon tomó notoriedad mundial por la película “En el nombre del padre” –In the Name of the Father (1993)– de Jim Sheridan y protagonizada por el ganador del Oscar, Daniel Day Lewis.
Conlon y otras tres personas fueron acusados injustamente de plantar una bomba en un pub de Guilford, en las afueras de Londres, lo que provocó que murieran 5 persona y otras 65 resultaran heridas. Fue encarcelado en 1974 y en 1989 las condenas fueron revocadas, lo que les devolvió la libertad a los “Cuatro de Guildford”, como fueron conocidos después. El padre de Gerry fue apresado posteriormente en 1974 junto a su hijo y murió en prisión.
El 2 de junio de 2014, La Sala II del Tribunal de Juicio, compuesto por los jueces Ángel Longarte, Bernardo Ruiz y Carlos Pucheta, condenó a Gustavo Lasi a la pena de 30 años de prisión y liberó por el beneficio de la duda a Daniel Octavio Vilte y Santos Clemente Vera.
Sin embargo el 4 de febrero de 2016, la Sala III del Tribunal de Casación a cargo de los jueces Rubén Eduardo Arias Nallar y Luciano Martini resolvió revocar aquel fallo y condenó a prisión perpetua a Gustavo Orlando Lasi y a Santos Clemente Vera, por el doble homicidio de las turistas francesas Cassandre Bouvier y Houria Moumni.
Obviamente y ante el estupor causado por tal resolución un sector de la prensa comenzó a plantear la inocencia de Vera, pero la abúlica sociedad salteña hizo caso omiso, mientras era confinado a la sombra en el brutal penal de Villa Las Rosas. Una cárcel solo comparable a las bestiales unidades penales cariocas o paraguayas.
La prensa “desobediente” a los intereses del gobierno provincial no “compró” jamás la historia de los “salvajes negros violadores de la Quebrada”. Mientras tanto el periodista galo Jean Charles Chatard publicaba su libro “Autopsia de un doble asesinato”, donde denuncia una complicidad del Poder Ejecutivo salteño y una probable relación con los hijos del poder, dejando afuera de los espantosos crímenes a Santos Clemente Vera.
Pero sin dudas el que pateó el tablero y puso en contexto la inocencia de Vera fue el juez Carlos Héctor Pucheta, magistrado hoy jubilado. “Ha hecho saltar todas las alarmas en las redacciones, al declarar a la emisora Radio Salta que, ´cada vez que pasa el tiempo me convenzo más de que estas personas son inocentes´. Se refiere el ex juez no solo a Santos Clemente Vera sino también a Daniel Vilte Laxi, otro de los acusados que resultaron absueltos en el juicio oral y público concluido a comienzos de junio de 2014”, consignaba el portal Noticias.iruya.com el 4 de noviembre de 2016.
Los cuatro de Guilford
En 2005, el entonces primer ministro británico, Tony Blair, pidió disculpas por la “terrible experiencia e injusticia” que sufrieron los Cuatro de Guilford y otras siete personas que fueron encarceladas en relación con aquel atentado. En aquel momento, Conlon expresó su agradecimiento por el gesto y la “gran sinceridad” de Blair, que transmitió sus disculpas a él y su familia.
En octubre de 1989, el Tribunal de Apelación de Londres anuló las sentencias sobre los “Cuatro de Guilford”, tras las dudas surgidas por las pruebas obtenidas por la Policía de Surrey que se utilizaron para condenarlos.
Cuando Santos Clemente Vera recuperó su libertad, nadie, ni siquiera uno solo de los cretinos que enviaron a este inocente a la cárcel le pidió una miserable disculpa.
Otros condenados injustamente
Las injusticias y los “errores” de algunos funcionarios judiciales en consonancia con la clase política han cometido estas atrocidades a lo largo de la historia.
Desde Fernando Carrera, condenado por la masacre de Pompeya hasta el boxeador Rubin “Huracán” Carter condenado por el triple crimen de Lafayette Bar and Grill; siempre en estos casos las motivaciones obedecen a intereses espurios con un cariz político, sin importar latitudes o nacionalidades.
Allí es cuando el Estado se ensaña con un indefenso quien solo puede esperar a que el mundo se acabe mientras la única compañía que tienen son los fríos barrotes, mientras el reo en cuestión ve como la vida pasa y como literalmente se la roban.
Un deber como sociedad
Todo depende de que algunos “buenos” se planten contra los “malos” y ejerzan tal presión que puedan lograr un efecto en cadena, donde no importa que caiga quien sea con tal de que la búsqueda de la verdad real derrame algo de justicia sobre semejante crueldad.
Allí es donde la prensa tiene el suficiente poder como para equilibrar la balanza y poner a tambalear a estos energúmenos que portan trajes caros, zapatos de corte italiano y se suben al caballo del comisario, como si el resto de la sociedad les debiera algo. No saben que sus enormes sueldos salen de los mismos impuestos que los contribuyentes pagan en silencio.
Solo es cuestión de que los buenos salgan a decirle a los malos que esta vez un pobre no va a quedarse en la cárcel solo por ser pobre. Es la sociedad la que debe reaccionar, ya que las instituciones están podridas desde adentro y cada quien vive el día a día, sin importarles nada de nadie.
Hay que salvar a Santos Clemente Vera y lograr su absolución definitiva por que como dijo alguna vez Oskar Schindler: “Quien salva una vida, salva a la humanidad”.
Será justicia…