PARRICIDIO, POKER, DÓLARES Y UN ROBO QUE TERMINÓ EN TRAGEDIA

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Michel Jesús Suárez y José María Enrique Chávez Herrera están imputados por las muertes violentas de Roberto y Néstor Suárez. El caso es el resultado de una tragedia familiar de macabros resultados que terminó con la vida de dos hermanos trabajadores, quienes encontraron una muerte horrorosa en situación de robo

El 16 de febrero de 2024 dos hombres entraron a la finca de los hermanos Suarez con cuchillos y esposas para inmovilizar a las víctimas. Cuando se fueron del lugar con algo más de 400 dólares, los hermanos Roberto y Néstor Suárez estaban muertos. Uno de los dos hombres que quedó registrado en las cámaras de vigilancia y visto por una testigo resultó ser el hijo y sobrino de las víctimas.

Unos días antes Michel Jesús Suárez le había enviado audios de Whatsapp a Chávez Herrera, donde le habla de “oportunidades”. Allí le insta a que no siempre en la vida se pueden presentar situaciones como esta, la que le ayudaría económicamente. Esa colaboración incluía un par de esposas que la madre de Chávez Herrera tenía, por su pertenecía a la Policía Aeroportuaria.

Evidentemente Michel conocía de la venta de unas hectáreas y ese era el objetivo del botín. Tal como le relatara al juez Eduardo Raúl Sangari durante su alocución, admitió que jugaba mucho al póker y que había sufrido un distanciamiento con el grupo con el que se frecuentaba, ya que éstos descubrieron que hacía trampa.

Como suele ocurrir en estos casos, los investigadores siempre tropiezan con un factor que luego puede incidir en la decisión de la sentencia ante las acusaciones. El hecho de dilucidar si fueron con la intención de matar y robar, o solo de robar y que luego todo se desmadró.

Puntualmente Michel Jesús Suárez está acusado como autor del delito de homicidio calificado por el vínculo, criminis causa y por alevosía en perjuicio de su padre, y por homicidio criminis causa y por alevosía en perjuicio de su tío, en concurso real; mientras que Chávez Herrera, como autor del delito de homicidio calificado, criminis causa y por alevosía (dos hechos) en concurso real.

Lamentablemente los hermanos Suarez sufrieron una muerte violentísima aun en sus condiciones precarias de salud, fueron reducidos y atacados con una ferocidad inusitada, resultando múltiplemente lesionados.

Al salir de la finca con los dólares en una bolsa y algunos cientos de miles de pesos, pidieron un remis y al ser consultados por la operadora acerca del precio de la tarifa, le dijeron que no les interesaba el importe, por el apremio que la situación de huida ameritaba.

Los celulares de ambos imputados volvieron a tener actividad una horas después del hecho, dato que los investigadores detectaron de inmediato tras las pericias telefónicas.

Los días posteriores Michel Jesús Suárez durmió en su auto VW Fox rojo, bajo las sombras de unos árboles a metros de una conocida cadena de comidas rápidas. Según los investigadores continuó apostando en el póker y deambuló por zona norte hasta que la policía lo localizó.

Tras ser arrestados y ante la contundencia de las pruebas, ya en el juicio, el hijo y sobrino de las víctimas admitió haber concurrido el 16 de febrero de 2024 a Coronel Moldes con Chávez Herrera, con fines de robo, pero responsabilizó a su coimputado por la muerte de ambas víctimas.

Obvio que desde la defensa de Chávez Herrera el representante legal del imputado responsabilizó a Michel Jesús, pero a diferencia de su defendido, el letrado hizo énfasis en que el cerebro del robo había sido justamente Suarez, por el conocimiento de la finca, de la casa, e incluso del dinero que había en una caja de seguridad.

De todos modos ante la naturaleza de la coautoría es muy difícil que Chávez Herrera consiga una reducción de la pena, ya que conceptualmente este delito tiene como soporte la acción de “colaborar” para perpetrar el ilícito; y Chávez Herrera aportó las esposas que usaba su madre como oficial de la policía aeroportuaria. Por cierto un elemento clave para reducir a las víctimas y obligarlas a brindar la información del dinero –dólares en este caso– que los hermanos poseían tras una venta que habían realizado.

El caso tiene características únicas en la historia criminal de Salta, ya que uno de los imputados no solo cometió parricidio, sino que también participó en el asesinato de su tío.