La forma en que las personas consumen noticias ha cambiado drásticamente en los últimos años y los periodistas deben adaptarse a estas nuevas realidades para seguir siendo relevantes. Un factor clave fue la pérdida de la credibilidad por obra y gracias de las fake news y la irrupción de las redes sociales en la inmediatez de la noticia. Sin embargo el desafío es saber si el periodismo podrá adaptarse a las nuevas tecnologías y las cambiantes preferencias de los consumidores.
Un alumno transmite por su red social una matanza en vivo dando a conocer la noticia mucho antes que cualquier cadena de televisión; un pasajero de un ferri toma la primer foto viral de la historia de Twitter –hoy X– desde un avión que acuatizó en el rio Hudson; un youtuber con 15 millones de seguidores fue el rival de Floyd Mayweather Jr., sin ni siquiera ser boxeador profesional. El mundo de las comunicaciones ha mutado radicalmente y el periodismo se ha quedado a mitad de camino ante semejante cambio de paradigmas. Para peor el auge de las fake news en la era de Internet terminó por sepultar la credibilidad del periodismo.
“Hay muchos medios y pocos periodistas”, dijo el comunicador Diego Ferreira, creador del ciclo EL ACOPLE, en una encuesta que realizó MUY CRITICO. Otro que opinó fue Guillermo Ramos, de Cable express, quien cree que “el periodismo está en coma 4”. Según Ramos “hoy la gente solo consume títulos. No importa la verdad, sino el impacto de un título, solo vale la reacción. Ahí es donde hace mella la pos verdad”, indica.
En los últimos meses los portales webs han experimentado una alarmante disminución del tráfico en los sitios de noticias ya que la competencia con las redes sociales y la proliferación de noticias falsas han impactado negativamente en el tráfico de los sitios de noticias tradicionales.
Pero sin dudas la irrupción de plataformas como Facebook y X son ahora importantes fuentes de noticias, lo que obliga a los periodistas a competir con un flujo constante de información en tiempo real, lo que ha llevado al cierre de importantes cadenas de noticias y la subsecuente pérdida de puestos laborales en ese sector.
Si bien el concepto de “Periodismo ciudadano” como género periodístico nació el día que le volaron la cabeza al presidente estadounidense John F. Kennedy en la plaza Dealey, por un ciudadano llamado Abraham Zapruder, quien no era periodista sino un empresario textil que se encontraba aquel día filmando el desfile; hoy en día cualquiera puede tomar un teléfono móvil y convertirse en cronista casual, lo que ha fagocitado la mediocridad en el armado de un hecho noticiable.
Manadas de analfabetos funcionales toman sus móviles y a cada minuto transmiten cualquier hecho que de inmediato los canales de televisión en estado de coma –como apunta Ramos–, convierten en “noticia”, por más intrascendentes que sea.
Como para terminar de aporrear al periodismo tal como se lo conoció en sus apogeos allá por la década de 1980 y 1990, según el periodista Jorge Lanata, llegó la “berretización” de la televisión. En ese nefasto universo donde personajes como Marcelo Tinelli –increíblemente aun en actividad– terminaron por destruir el concepto de televisión como canal de comunicación y actor social que cumplía su función tal como fue concebida.
Otro factor que ya venía agrietando los valores periodísticos fue el “periodismo militante”, gentileza de las infames décadas kirchneristas que terminaron de socavar la credibilidad mediante una propaganda transversal, que incluso atacaba al que pensara diferente a los lineamientos de esos gobiernos, con el inefable producto televisivo “678”, que se la pasó años mintiendo descaradamente los índices inflacionarios y la pobreza que no paraba de crecer. Y Todo ello en la televisión pública.
Así fue como se cocinó un caldo de cultivo que funcionó como una hoya a presión, lo que ha llevado a que los canales de televisión nacionales se hayan convertido en una alarmante gritería de porteños que hablan de ellos mismos y “analizan” las flatulencias y poses de un hato de carilindos en un “Gran Hermano”, que inexplicablemente sobrevive a los tiempos actuales.
Todo esto llevó al auge del consumo de contenidos ondemand como Netflix, que luego sobrevino en una diarrea de plataformas que compitieron con el gigante de la N roja, lo que llevó que directo al desánimo de consumir aquella televisión tal como era en el Siglo XX.
¿Cómo monetizar? El gran desafío
Aunque los Punto com también viven un estado de muerte inminente, hoy en día se habla de términos como “crowdfunding”, también conocido como micromecenazgo, un método de financiación colectiva de proyectos a través de Internet que se basa en la colaboración de un gran número de personas que aportan pequeñas cantidades de dinero para financiar una iniciativa que les interesa. Hasta eso el canillita que vendía el diario parece que se quedó en el siglo XIX.
Otros han optado por la creación de un modelo de suscripción para contenido Premium, que también ofrecen diferentes niveles de suscripción con beneficios o bien utilizan plataformas como Patreon o Substack para gestionar las suscripciones. Todo parece sonar a ciencia ficción distópica lo que para un periodista “pauta adicto” es un retiro anticipado de la actividad.
Sin caer en ese lugar común de tildar a un instagramer o tiktokero como un oportunista que monetiza digitalmente sin la más mínima preparación intelectual, y aunque según Nietzsche, “el hecho de odiar a los jóvenes es el primer síntoma de vejes”, es perentorio que el periodismo se adapte a las nuevas tendencias y que cada quien encuentre su nicho, ya que el desafío sigue siendo el mismo: la búsqueda constante de la verdad.