En la sexta jornada del debate oral y público que se sigue por el femicidio de la señora Jimena Salas quedó plenamente demostrado que Javier Saavedra dejó su ADN por toda la casa, donde se ejecutó el macabro crimen en 2017. Sin embargo “El Chino” ya no está para responder por semejante atrocidad y sus hermanos están afrontando un juicio que los está señalando como co-autores, cuando lo más probable es que ni siquiera estuvieron por Vaqueros aquel trágico día, aunque algún que otro VW Vento haya pasado por allí.
Sin dudas el último capítulo del trágico final en la vida de Jimena Salas parece ser solo una trama kafkiana en la cual están inmersos los hermanos Adrián Guillermo y Carlos Damián Saavedra. Mientras se van sucediendo las jornadas, la trama argumental parece desarrollarse en dos ejes principales: uno se acerca cada vez más a demostrar que Javier Saavedra habría sido el autor material del hecho criminal aquel día, ya que su material genético está en lugares claves de la vivienda e incluso en las teclas del teléfono de la víctima; y el otro hecho incontrastables es que cada vez se aleja más la posibilidad de la fiscalía de probar que los imputados fueron coautores del hecho.
En un segundo plano quedan los frondosos antecedentes de los hermanos a quienes el oficial a cargo de la investigación los puso en clara evidencia. El hecho de ser “barras brava” de Gimnasia, de haberse liado a trompadas con quien se les cruzó por Parque Belgrano, de haberle roto la cabeza a un policía o haber sembrado el terror por el citado barrio de zona norte; no los convierte en los homicidas de Jimena Salas.
Tener cara de malevos, andar de riña en riña, ser los pendencieros de turno y tener a estas horas las mismas tobilleras que Cristina Kirchner, no los posiciona en Vaqueros aquel 27 de enero de 2017, “colaborando” con Javier Saavedra, mientras éste seducía a solitarias amas de casa con un caniche toy.
Ergo, pareciera que se está juzgando a un fantasma. Las oportunas preguntas de la fiscal Mónica Poma, en lo que hace a un prodigioso cuestionario, no es más que parte de un proceso absolutamente incensario y fútil, donde los dos imputados no tienen vela en ese entierro por mas pinta de malevos que tengan.
De hecho, ni siquiera fue necesario que la madre de la víctima le dijera a los movileros de Multivision, afuera de la Sala de Grandes Juicios y saliendo de la escalera que conduce al subsuelo, que “ellos eran inocentes”. Cuestión que los medios se ocuparon de levantar, que la sociedad interpretó como una verdad irrefutable y que no tiene ningún valor jurídico, ya que lo único que se debe analizar es lo que se dice frente al tribunal, quienes representan al Poder Judicial y por ende a toda la sociedad. No es función de la Prensa convertirse en portadores de la verdad ante la Justicia sino desempeñar la sagrada tarea de comunicar lo que allí dentro de la sala sucede.
La sangre del “Chino” Saavedra
El hecho es contrafactico. ¿Qué pasaba si el Chino Saavedra hubiera estado sentado junto a sus hermanos frente al tribunal formado por los jueces José Luis Riera, Mónica Faber y Maximiliano Troyano?
Seguramente estaría cada vez más comprometido. Su situación lo acercaría cada vez más al “cadalso”, como se decía hace unos siglos atrás cuando se enviaba a los penados a una plataforma elevada que se construía en lugares públicos para la ejecución de la pena de muerte, también conocido como patíbulo.
Ahora los métodos de “muerte” son más cercanas a lo social. Con 35 años en Villa Las Rosas es casi igual o peor que aquellas ejecuciones públicas atroces. Pero Javier Saavedra no está, solo su ADN en los laboratorios del CIF y en la casa de Jimena Salas antes de ser levantados por los investigadores. Se trata de 15 perfiles únicos.
Hay un hecho trascendental en toda esta trama del horror que hoy padecen dos familias. La de la víctima y la familia Saavedra. Ese hecho obedece a la presencia del ADN de Javier Nicolás Saavedra en los laboratorios del CIF, unos 5 años antes de ser arrestado en Santa Victoria Este.
Ese ADN que fue levantado de improntas de sangre en la remera marca Kitty de una de las niñas, de la mesa del comedor, del acolchado del dormitorio, del piso del ante-baño, del acceso a la vivienda, del pasillo, de un cuarto sin terminar y de los paneles levantados de la habitación principal.
Como si esto no fuera suficiente la genetista dejó constar en las actas que la sangre de Javier Saavedra apareció en el estante del armario de la habitación principal, en el picaporte delantero del lado externo, en el cuarto norte de la pared, en la manija izquierda de un maletín, en el vidrio y en las teclas del teléfono Samsung de la víctima.
Pero por más sangre del “Chino” que se haya encontrado en el lugar del crimen, los dos imputados no son ni más ni menos culpables. Ese es un hecho que no encaja en el contexto de lo que se está juzgando y tampoco se trata de una cuestión algebraica, donde hay que culpar a los otros dos Saavedras solo por carácter transitivo.
Al no estar presente Javier Saavedra es prácticamente imposible probar la participación de los dos hermanos y es en ese punto donde comenzarán los dolores de cabeza para la fiscalía en los próximos días, ya que lo único en lo que van a enfocarse es en juzgar a un fantasma. De hecho, ya lo están haciendo.
Por ahora solo aparecen unas imágenes de poca calidad de automóviles similares a los de los imputados. Pero es de admitir que en ningún tribunal del planeta se le puede dar la pena máxima a alguien por una imagen de un vehículo pasando frente a una cámara de vigilancia de un mercadito. O a los dichos de vecinos que creen haber visto un Vento marrón Dakar aquel día, o mejor aún y como dijo el oficial Fierro en su “tartancheria” dubitativa: “Vi a dos tipos caminando por la ruta y uno tenía un perro”.
Por ahora el defensor Marcelo Arancibia espera agazapado el vendaval de preguntas de los fiscales, mientras guarda cautela ante la falta total de argumentos que ubiquen a los dos hermanos imputados en Vaqueros aquel trágico día.
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El misterioso Hombre 2
Lo que les quita el sueño a los investigadores desde que arrestaron a los Saavedra es el ADN masculino que aparece también en la escena del crimen y que no corresponde a ninguno de los juzgados.
Evidentemente lo que incrementa el dilema es que dos individuos masculinos estuvieron en esa casa ese día y uno es Javier Saavedra, pero el otro es absolutamente desconocido. Además no es familiar de los Saavedra.
“H1 y H2 no son parientes. Podrían ser primos terceros pero no podríamos saberlo”, declaró la genetista. “Nunca habíamos obtenido un perfil sacando 160 muestras y todos negativos; 190 y pico de la investigación no encontraron match, hasta que apareció Javier Saavedra”, agregó sentada en la minúscula Sala 1 de Ciudad Judicial, ya que el juicio hasta su final será en ese reducto porque la Sala de Grandes juicios está siendo acondicionada para el primer juicio por jurado en la historia de Salta.
“Hasta 2022 no habíamos podido encontrar coincidencia”, indicó la especialista al tiempo que admitió que “H1 es Javier Saavedra y H2 está sin identificar”. Entonces ¿Quién es el misterioso Hombre 2?
Es aquí donde la trama toma matices “Noir” y esto cada vez se parece más a una novela del genero policial negro, pero lamentablemente para Jimena Salas no es una ficción y trágicamente ocurrió aquel caluroso verano de 2017.
En este punto es cuando algunas hipótesis llegaron a esta redacción y antes de pasar a ellas, quien redacta solicita tomarse algunas licencias y pedir las disculpas correspondientes a las familias afectadas en este trágico suceso.
El hecho factico y demostrable de que dos hombres hayan estado ese día en la casa de Jimena Salas no es vinculante con la situación de que fueran conocidos. Ni siquiera que estuvieran juntos y al mismo tiempo, y menos aún interactuado; por aquello de los dos atacantes que actuaron en complicidad, aunque el testigo Fierro –el oficial que investigó las cámaras y a las bandas de la zona– diga que vio en una imagen borrosa a dos sujetos en un video de pésima resolución.
¿Entonces el Hombre 2 pudo haber llegado antes? ¿Unas dos horas antes?
Aquí es donde cobran valor las preguntas de Marcelo Arancibia el día que le reclamó al jefe de la investigación Manuel Colque por el hecho de haberle restado importancia a la actividad del teléfono de Jimena Salas. El defensor le cuestión enérgicamente “¿qué le hacía pensar a él que las llamadas entrantes y salientes de la víctima esa mañana no tenían importancia?”.
¿Qué pasaría en el caso de que el Hombre 2 hubiera hablado con Jimena Salas por teléfono? ¿O si Jimena Salas hubiera llamado al Hombre 2 y lo hubiera dejado entrar luego de colgar el candado en la tela de alambre de la entrada?
¿Y si el Chino se apareció con el caniche toy y entró por detrás y se topó con el macabro cuadro y en su estado de shock tocó el cuerpo de la víctima? Por ello quizás es que sus huellas están en las manos de Jimena Salas.
Aquí podría comenzar a tejerse una sub trama que ni Agatha Christie podría haberle ayudado a comprender al mismísimo Hércules Poirot; en la cual Javier Saavedra hubiera llegado con sus intenciones delincuenciales, hubiera engatusado a Jimena Salas frente a los ojos de la vecina del frente y una vez dentro de la vivienda el Hombre 2, conocido de la víctima, hubiera estado oculto dentro. ¿Improbable? quizás no si los obreros de la casa colindante no hubieran visto a otro hombre un rato antes en la casa de Salas.
Otro interrogante que surge podría sonar exageradamente ficcionado pero como les gusta decir a los investigadores “no se descarta ninguna hipótesis”. ¿Podría acaso el Chino haber presenciado una pelea entre una probable persona del agrado de la víctima quien de pronto inició una discusión y terminó de la peor manera?
Todas estas preguntas parecen sacadas de una novela de misterio pero se fagocitan con la realidad cuando se remite al hecho factico de que el 27 de enero de 2017 hubo dos (2) hombres en esa casa. En caso de no quedar claros se remite al hecho factico otra vez: ese día en casa de Jimena Salas hubo dos sujetos que dejaron su material genético, uno de ellos es el fallecido Javier Saavedra y el otro es alguien que no es su pariente, a menos que sea un primo tercero. Eso a ojos de una exagerada formalidad técnica.
Las probabilidades se disparan a un nivel exponencial y se generan múltiples sub tramas dentro de la línea argumental que configura la plataforma fáctica con la que este proceso se desarrolla de manera casi lineal.
Aunque sería recomendable sugerirle al excelentísimo tribunal que revisara los registros de llamados del teléfono de Jimena Beatriz Salas aquella mañana, para ver con quien habló mientras el Chino desayunaba palta y hablaba nimiedades con su novia.