Insultos, expresiones homofóbicas y exaltación de estereotipos a lo largo de gran parte de la trama han hecho que muchos críticos fustiguen el debut de Burr como director. Sin embargo se ha llevado elogios por la forma en que pone en evidencia a los millennials con su cultura de cristal, su edulcorado progresismo y sus toques inclusivos que rayan el ridículo. “Old dads” es producido por Miramax (Paramount) y disponible en Netflix.
Jack Kelly (Bill Burr), Connor Brody (Bobby Cannavale) y Mike Richards (Bokeem Woodbine), son tres amigos entre los 40 y los 50 años de edad, que se han quedado atrapados en el limbo millennials y está claro que están lejos de adaptarse, especialmente Jack, el más iracundo de los tres, quien tiene un hijo, espera otro pero ya tiene 46 y no le parece nada incorrecto hacer comentarios machistas y misóginos.
Lamentablemente para ellos el mundo que les permitió fundar una pequeña empresa de ventas de remeras vintage en los 80 para luego venderlo y donde ellos son solo empleados; ahora es un gueto lleno de tiktoquers, comandados por un influencer que apenas tiene la mitad de la edad de los protagonistas pero que es el jefe, por ende les da órdenes y tiene poder sobre ellos.
Mientras en el jardín de infantes donde concurren los hijos de Jack y Connor –dos de los tres protagonistas– apenas se permite el sonido del viento entre las hojas de los arboles ya que todo es tomado como lenguaje procaz y violencia comunicacional. Allí Jack tiene un choque verbale con la directora, quien es una ególatra de campeonato, pero que ante la cultura wok es una super consejera que puede guiar socialmente a las personas.
“Tenemos un feminista en el auto”
En ese bucle milenial del que no pueden escapar se mueven al ritmo de la comedia, con momentos que alcanzan niveles épicos de comicidad como la conversación que tiene Mike –magistral trabajo de Bokeem Woodbine– con un compañero de trabajo feminista que los acompaña en el automóvil.
El personaje de Jack tiene un cruce con el millennial que los acompaña en ese viaje laboral y que quizás sea la perfecta síntesis de toda la película. En un momento les advierte de sus comentarios donde describen los cuerpos de mujeres de los 80 como reses en una carnicería.
Allí es cuando el personaje de Woodbine le refiere acerca de su afición por el rap clásico y sobre todo a la canción de N.W.A. “Straight Outta Compton”, la cual está plagada de afirmaciones misóginas, entonces la pregunta: “¿Qué haces con la palabra que empieza con N cuando la estas cantando?”, es cuando el film hace trastabillar conceptos como el “progresismo”, la “cultura woke” o una presuntamente falsa idea de “inclusión”.
Este dialogo es seguramente de los mejores momentos de “Papás a la antigua” y los cuales estén relacionados directamente con lo mucho que se puedan identificar los espectadores de de 40 y 50. Claro que Burr tiene la suficiente inteligencia para no derrapar nunca y mostrar por ejemplo a una mujer que con solo chasquear los dedos puede manejar a su marido –Connor, el otro amigo de Jack– quien en el gimnasio alienta a su amigo con palabras groseras, como se hacía hace unos pocos años pero parece que pasaron siglos.
Madres llorando por sentirse agraviadas por insultos que salen de la boca del protagonista y que llegan a terceros que se sienten ofendidos por todos los flancos. Incluso un obeso se queja de su obesidad renegando por la reacción de Jack cuando le cobran una multa por llegar tarde a buscar a su hijo del jardín.
X vs. milenials
El jefe millennial interpretado por Justin Miles es uno de los puntos claves para dimensionar como encajan esos dos universos tan disimiles como los ejes del divertido guion. Aspen Bell se llama este irritante personaje que va a trabajar de sandalias, a lo Steve Jobs e incluso lo referencia y hasta se compara con el fundador de Apple.
Esta situación laboral en la que los tres se ven como sacos descartables ante un mocoso infumable, a quien minimizan con la mirada porque en el fondo no pueden concebir un mundo laboral donde “la experiencia” no lo sea todo.
Sin embargo el cruce de las parejas de Jack y Connor es imperdible porque claro, ellas también están atrapadas en ese enorme cambio de paradigmas. Es allí donde aparece Cara, quien tiene como hijo al mismo demonio, quien arroja palos por los aires y golpea el vientre embarazo de la esposa de Jack, quien se defiende y recibe la diatriba de una madre imprestable como lo es la pareja de su amigo.
En líneas generales “Old dads” es una comedia que se saca el gusto de poner en evidencia a la cultura wok, a los feministas que alardean protección a la mujer pero que jamás defenderán a una que esté en peligro porque toda su plataforma progre no es más que hipocresía de la más rancia.
Al parecer Bill Burr los ha puesto en su lugar al menos por un rato con mucha clase y usando lenguaje procaz tanto o menos de lo que hacen colegas suyos como Ricky Gervais, Dave Chapelle o Chris Rock.
A tomar nota que un comediante de la generación “X” y producido por Miramax, tiene una de las comedias más confrontativas de la temporada para con las nuevas generaciones, por lo que se ha convertido en una de las películas más vistas en Netflix y no es precisamente “un cliche”.