Después de permanecer 5 años prófugo y burlar a la policía, fue arrestado en Santa Victoria Este y puesto a disposición de la justicia uno de los asesinos de Jimena Salas. Tras sufrir un “colapso narcisista” y algunos intentos de terminar con su vida con Clonasepan, Javier El Chino Saavedra pudo meter una hoja de Gillette en el pabellón D 1 de la Alcaidía General de la ciudad de Salta y cortarse las venas del brazo izquierdo. Solo faltaban 12 horas para que lo inevitable se volviera público: su culpabilidad evidente.
Max es un preso estadounidense que lleva mucho tiempo en una cárcel turca y se ha vuelto algo cínico y desesperado. Le explica a Billy que “el expreso de medianoche” es un término usado entre los reclusos para referirse al escape mediante la muerte —ya sea por suicidio, asesinato o intento fallido de fuga—, porque la única forma de salir de allí “volando” (como en un expreso) es muerto. La frase es clave para el contexto, pues representa la desesperación y la crudeza de la vida en prisión.
El relato corresponde al libro Midnight Express, publicado en 1977 y escrito por Billy Hayes, quien narra su terrible experiencia de ser arrestado por tráfico de drogas en Turquía, su encarcelamiento y su lucha por sobrevivir. Efectivamente el “Billy” al que Max explica cómo salir de esa atroz prisión es el autor de la obra que luego sería un bestseller mundial y que un año después fue adaptado al cine bajo la dirección del afamado cineasta Alan Parker.
Desde entonces la metáfora quedó suspendida en el imaginario colectivo y se la evoca románticamente cada vez que un condenado logra de una u otra manera la redención del escape, de la evasión de un lugar infernal como en este caso lo es el Penal de Villa Las Rosas, una verdadera letrina social. Un lugar donde 35 años no es otra cosa que el pasaje directo al infierno.
El 1 de octubre de 2022, tras una búsqueda de 5 años, uno de los 2 hombres que había entrado a la casa de Jimena Salas en Vaqueros y le asestara 45 puñaladas, fue localizado y arrestado en Santa Victoria Este. El misterio se había terminado, por fin uno de los asesinos más buscados en la historia judicial de Salta que hasta ese momento solo había sido identificado como H1 –Hombre 1– por su perfil genético en la escena del crimen, tenía nombre y apellido, y un alias: Javier Saavedra, “El Chino”.

En los 1.080 días que el Chino pasó en prisión escribió una bitácora; brindó una entrevista exclusiva por escrito a MUY CRITICO con 4 periodistas invitados que le formularon una pregunta cada uno; enseñó música a sus compañeros internos y según su abogado defensor es el preso que más tiempo estuvo en la alcaidía debido a su intachable conducta.
Pero la semana antes de aquel 15 de septiembre de 2025 comenzó a notar que la suerte se le esfumaba como agua de entre los dedos por la proximidad del debate oral y público, con una cantidad abrumadora de pruebas en su contra, sobre todo por los goteos de sangre por toda la casa de la víctima, las fotos de la caniche toy que le había regalado a su novia y que utilizó como “herramienta” de seducción para lograr la confianza de sus víctimas.

Lamentablemente para Javier Saavedra la tecnología fue su principal enemigo. Solo bastó una foto recuperada del celular de la víctima para que un algoritmo lo situara en sus redes sociales con la mascota que lo terminó delatando. No solo eso, la forma de sus hombros caídos, sus pectorales definidos y sus blancas manos “vírgenes” de trabajos forzados, evidencian que quien sostiene a la perra color gris ceniza es él y no un letal sicario enviado por sabrá Dios quien, en lo que empanzó la ignorancia de la masa embrutecida que solo buscó morbo a lo largo del lustro en el que permaneció prófugo. Incluso burlándose de los gendarmes, paseándose frente a sus narices y engañando a los miembros de esa comunidad olvidada de Dios, en medio de esos andurriales donde ni el agua es potable.

Narcisismo con falla catastrófica
El colapso narcisista es una crisis psicológica severa que ocurre cuando una persona con Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP) o con rasgos narcisistas muy marcados sufre un golpe devastador a su autoimagen grandiosa, su sentido de superioridad o su frágil autoestima.
No es un término clínico oficial (como en el DSM-5 o Manual de Trastornos Mentales), pero es ampliamente reconocido por terapeutas e investigadores que estudian el narcisismo. Se le suele llamar también herida narcisista extrema o desglose narcisista.
¿Qué lo desencadena? Según la ciencia un colapso de esta naturaleza ocurre cuando la persona narcisista se enfrenta a una realidad que no puede manipular, negar o sobre la que no puede proyectar su grandiosidad. Los detonantes comunes para El Chino Saavedra fueron el fracaso público y la amenaza a su imagen. Es decir, ser expuesto como un fraude, un mentiroso y en su caso un asesino, o un femicida.

El colapso puede tener dos caras, a veces alternándose en la misma persona. En una fase de vulnerabilidad extrema causa un colapso interno. Esto desencadena una depresión profunda, ansiedad y vergüenza abrumadora. Es cuando se derrumba la máscara de confianza, en su caso la de un encantador, seductor y manipulador.
Además afloran los sentimientos de vacío, inutilidad y desesperación. Según explican los expertos en este campo, sujetos como Saavedra se enfrentan al “yo verdadero” que tanto evitan, y es una experiencia insoportable.
De seguro en sus últimos días en la alcaidía, El Chino experimentó algunas fases tales como agresión desesperada (Colapso Externo o Ira Narcisista); rabia intensa, venganza y comportamiento agresivo, dirigida hacia la persona o entidad que causó la herida. En otra fase se manifiesta un aumento de manipulaciones: mentiras más grandes, triangulaciones, juegos mentales para recuperar el control y la superioridad. Fue allí cuando se hizo de las pastillas de Clonasepan con las que intentó matarse la semana anterior a su fallecimiento.
Aunque resulta que detrás del colapso hay una personalidad extremadamente frágil. La grandiosidad narcisista es una fachada para proteger un “yo” interno dañado, lleno de vergüenza y sentimientos de insuficiencia. Cuando esa fachada se quiebra, emerge esa fragilidad cruda, lo que para el narcisista es una experiencia psicológica equivalente a una muerte o aniquilación.

Esa muerte que necesitaba para evadirse de lo inevitable. Pero la tragedia para Javier Saavedra quizás más atroz que el castigo de ir a parar con sus huesos a ese depósito de gente, de pasar a formar parte del desecho social, mucho más que eso era la exposición.
El shock sobrevendría al ser expuesto ante el ojo público. Ya no como el gran trabajador social que sedujo a todos a su alrededor, incluido el hermano franciscano que lo acogió en el norte y a cuanta persona estuvo en su horizonte de sucesos, sino a ser expuesto como un sádico que es capaz de masacrar a una mujer indefensa delante de sus hijas, junto a otro criminal, actualmente libre y sin identificar. Al que llaman el “Hombre 2”, quizás un primo lejano por parte de padre.
Pero todo terminó a solo 12 horas de comenzar el juicio. El colapso narcisista es la tormenta emocional perfecta que se desata cuando la realidad perfora la burbuja de grandiosidad de un narcisista como Javier Saavedra, exponiendo la profunda fragilidad, vergüenza y rabia que hay debajo. Es un estado de crisis en el que su mecanismo de defensa principal (la ilusión de superioridad) falla catastróficamente.
Ese fue su final… el expreso de medianoche.

