EL ÚLTIMO GRAN GESTO DEL PAPA FRANCISCO

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Mendigos, migrantes, presos y transexuales: los invitados especiales que recibieron al papa argentino en su última morada. Los excluidos de la sociedad siempre estuvieron presentes en el corazón del pontificado de Francisco, y fueron ellos los últimos en despedirlo en la que es ya su última morada, la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.

En dos mil años jamás había ocurrido nada que ni siquiera se le parezca a lo que sucedió en el último adiós a un hombre que cambió el rumbo de la Iglesia católica para siempre. Fue el mismo Francisco quien pidió que personas que están en la última línea de la vulnerabilidad total, esos que jamás van a protagonizar un hecho trascendental en sus vidas, esos que la alta alcurnia social trata como indeseables.

Ellos fueron los grandes protagonistas de la despedida del hombre que hizo llorar al mundo entero. El papa que incluso convocó más gente a su funeral que el propio Juan Pablo II.

Un grupo de unos 40 migrantes, presos, personas transexuales y sin hogar, portando rosas blancas, esperaron en silencio la llegada de los restos del Papa en las escaleras de acceso a la basílica romana es sin dudas la imagen más poderosa de una jornada histórica.

Allí, formando una suerte de guardia de honor, dentro del recinto vallado del templo, presentaron sus últimos respetos a un pontífice que los tuvo presentes hasta en su muerte.

Francisco acababa de ser despedido en la plaza de San Pedro por una multitud entre la que se encontraban los poderosos y los líderes mundiales.

Pero los últimos en acompañar a Francisco en su viaje final fueron aquellos que estuvieron siempre en el centro de su prédica, los desheredados de la sociedad.

“Los pobres ocupan un lugar privilegiado en el corazón del Santo Padre, que eligió el nombre de Francisco para no olvidarlos nunca”, tal y como reconoció el propio Vaticano.

Jorge Mario Bergoglio eligió su nombre papal al ser elegido para liderar la Santa Sede en 2013 en homenaje al radical San Francisco de Asís, el santo nacido a finales del siglo XII que es símbolo de la paz, la austeridad y el servicio a los pobres.

Según consigna BBC en su edición digital, el grupo fue organizado por la asociación benéfica Cáritas y la comunidad Sant’Egidio, que explicó que algunos de sus miembros rendirían homenaje a Francisco antes de su sepultura.

Según la comunidad, serían “los pobres que lo conocieron y lo amaron durante su pontificado” los que estarían a su lado, “desde los refugiados que llegaron con su avión desde la isla de Lesbos, hasta los que estaban en campos de refugiados de Chipre y que han llegado a Italia gracias a los corredores humanitarios, o los muchos sintecho que lo han conocido, como los que fueron acogidos al lado del Vaticano, en Palazzo Migliori, que en noviembre de 2019 fue confiado a la Comunidad”.

A su llegada a Santa María La Mayor, el féretro de Francisco, portado en hombros por los sediarios pontificios, fue guiado en procesión por un crucifijo.

Antes de su inhumación, en una tumba sencilla en la tierra, tal y como él deseó, los restos de Francisco fueron llevados a la Capilla Paolina para dejarlo unos momentos ante la mirada de la virgen conocida como Salus Populi Romani (la Protectora del Pueblo Romano).

Entre esa capilla y la Capilla Sforza reposa ahora el féretro de Francisco, cuya inhumación fue precedida por el canto de cuatro salmos antes de una oración final.

Su féretro fue colocado en la tumba y rociado con agua bendita mientras se entonaba el Regina Caeli, una oración que suele cantarse para expresar la alegría en Pascua.