EL OPORTUNISMO DE CRISTINA KIRCHNER, LA LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO Y EL DISCURSO DE MILEI EN DAVOS

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Tras los crímenes de Cassandre Bouvier y Houria Moumni en 2012, se modificó el Código Penal mediante la ley 26.791. “Tiene como objetivo elevar la pena para aquellas muertes causadas a mujeres por una persona con la cual mantienen o han mantenido una relación de pareja sin la necesidad de que hubiera convivencia, y/o debido a su género, orientación sexual, identidad de género o su expresión”, reza la resolución en Diputados de la Nación. Desde entonces que los gobiernos afines de la ex mandataria le sacaron todo el redito político posible. “En la Argentina, nadie sale a matar a una mujer por ser mujer”, dijo por entonces Zaffaroni

“Todo lo demás es búsqueda de privilegios, que es lo que el feminismo radical realmente pretende, poniendo a una mitad de la población en contra de la otra cuando deberían estar del mismo lado. Llegamos, incluso, al punto de normalizar que muchos países supuestamente civilizados si uno mata a la mujer se llama femicidio, y eso conlleva una pena más grave que si uno mata a un hombre solo por el sexo de la víctima”, dijo Milei en Davos y estalló la polémica.

Las declaraciones del mandatario donde atacó directamente a la identidad de género y la cultura woke, entre otras calamidades que le han servido al kirchnerismo para sumarle adeptos en la Argentina y  ganar 4 elecciones presidenciales (la nefasta saga Néstor, Cristina, Cristina, Alberto) sumado a un populismo fagocitado por feminismos deplorables; ha causado que se profundice nuevamente la discusión entre las cultoras de una ley “desnaturalizada” en un país que actualmente padece la resaca cristinista de años y años de miserables maniobras proselitistas.

“Lo que no vamos a tolerar nunca, y lo que la sociedad ya no tolera más, es pretender imponer desde el Estado un trato desigual frente a la ley, con el único fin de obtener privilegios y seguir expandiendo el Estado del que los políticos ladrones roban”, comentó Milei como argumento a sus palabras contra lo que llamó “ideología de género”.

Como consecuencia de estas explosivas declaraciones donde Milei, fiel a su estilo no hace distinción a un solo concepto, sino que apunta directo a toda una ideología, generó el repudio de varios sectores constituidos por actores sociales como el Centro PEN Argentina, la Sociedad de Escritoras y Escritores, la Unión de Escritoras y Escritores, el exministro de Cultura Pablo Avelluto y autores como Cristian Alarcón, Claudia Piñeiro, Silvina Giaganti y Nicolás Artusi, entre otros, quienes se expresaron en contra de las afirmaciones del mandatario.

Pero para ser coherentes con este polémico episodio en la dicotómico Argentina post Cristina, hay que remitirse al origen de esta ley y como se implemetó en nuestro país una ley que muchos al día de hoy ni siquiera entienden su definición. Esa que repiten como reproductores de audio los colectivos feministas, una muletilla que suena como un single: “Te matan por ser mujer”. Algo que ni el propio Zaffaroni estuvo de acuerdo en su momento al afirmar que “En la Argentina, nadie sale a matar a una mujer por ser mujer”.

Los crímenes atroces de Cassandre Bouvier y Houria Moumni permitieron en diciembre de 2012 que se modificara el Código Penal mediante la ley 26.791. En el portal de Diputados, se lee que esta reforma “tiene como objetivo elevar la pena para aquellas muertes causadas a mujeres por una persona con la cual mantienen o han mantenido una relación de pareja sin la necesidad de que hubiera convivencia, y/o debido a su género, orientación sexual, identidad de género o su expresión”.

Esta modificación se hizo a instancias del padre de una de las jóvenes asesinadas, Jean-Michel Bouvier, que se entrevistó con la entonces presidente, Cristina Fernández de Kirchner, y le llevó la idea. Sin mucho debate, la reforma pasó. Obvio que el oportunismo y la rapidez de reflejos de Cristina, quien se encontraba en la cresta de la ola en lo que hace a popularidad en ese momento, no desaprovechó la oportunidad que se le presentó en bandeja de plata.

Un padre atravesado por el dolor, viene a pedirle a la mandataria (mujer) del país donde violaron y asesinaron a su hija y a la amiga de ella, una ley que ni siquiera se la aceptaron en Francia. “En mi país yo luché y luché para que se crease la ley de femicidios, pero lo logré aquí”, diría Bouvier en declaraciones luego de años de lucha por justicia para su hija en un caso que aún sigue sin resolverse definitivamente, ya que solo tiene a un condenado, quien claramente no pudo haber actuado solo.

Así fue que “la reforma amplió el ámbito de aplicación del homicidio agravado por el vínculo. A diferencia de la redacción anterior, que solo incluía a las parejas casadas, la versión actual comprende todos los vínculos de pareja, vigentes o concluidos, haya mediado o no convivencia”, dice un documento de la Unidad Fiscal especializada en Violencia contra las Mujeres, del Ministerio Público Fiscal (la Procuración General de la Nación).

Casos emblemáticos

Hasta ese punto parecía ser que la reforma podría contener un apercibimiento que conlleve a un efecto punitivo donde los crímenes que antes se los conocía como “pasionales” en el argot tribunalicio, para entonces podrían alcanzar una categoría en el contexto de “odio al género” y castigue a aquellos que por ejemplo llegaran al acto criminal por considerar que sus parejas –aquí la figura de agravado por el vínculo– en situaciones licenciosas y amorales, llegaren a un desencadenante fatal.

Fernando Farré, un año antes de asestarle 74 puñaladas a su esposa Claudia Schaefer, en Martindale, de Pilar

Por citar un caso puntual el de Fernando Farré, el empresario que mató a su esposa Claudia Schaefer, en el Country Martindale de Pilar. El 21 de agosto de 2015, la asesinó sin piedad luego de convocarla, junto a sus abogados, a una reunión donde se discutirían los términos del divorcio. Farré estaba desquiciado por los celos y la acusaba de permanentes infidelidades.

Aquel día fatal le asestó 74 puñaladas a Schaefer, como consecuencia de ello fue condenado a una pena de 35 años de prisión en la cárcel de José León Suárez en San Martín donde lo bautizaron “El matamujeres”. Allí transita una vida miserable después de codearse con celebridades de la talla de David Bowie, Paris Hilton, Halle Berry, Kate Moss, Lady Gaga.

José Figueroa y Mercedes Kvedaras en tiempos felices, actualmente está acusado de haberla matado de un golpe en la cabeza

Otro caso resonante y con similares características sucedió en Salta, en el country El Tipal, cuando en 2023 la victima Mercedes Kvedaras apareció sin vida con un fuerte traumatismo en la cabeza. Su pareja José Figueroa está acusado de haberla atacado dentro de la propiedad y según la fiscalía haberle causado una muerte violenta.

Según un amigo del imputado, quien estaba al tanto de una crisis en el matrimonio, había recibido un mensaje de Figueroa en el que le daba señales de que algo grave podría ocurrir. “No puedo con esto”, le habría dicho.

Discusión ideológica y distinción en la naturaleza del crimen

La ley también “amplió el catálogo de crímenes de odio para tutelar a grupos especialmente victimizados por cuestiones de género y orientación sexual, como las lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, travestis, transgéneros, e intersexuales (LGBTI)”, explica el documento oficial. Es decir, el código considera como agravante el matar “por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión”. Aquí es donde el discurso de Milei provocó que las susceptibilidades saltaran por los aires.

Sin embargo, aunque salta a la vista que es problemático corroborar un “odio” a un determinado “género”, todavía en este caso la formulación es “neutra”. En cambio, la última modificación es la que considera agravante el matar “a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género.” Acá es donde se incorpora “el femicidio como una figura agravada del homicidio”. Es decir se da en los casos de Schaefer, Kvedaras y muchos otros.

En caso de que un varón mate a una mujer —esposa, concubina, novia, exnovia, amiga, vecina, colega— la doxa asume que lo hizo por odio de género. Odia a todas las mujeres. Ese automatismo no funciona en sentido inverso. Si una mujer mata al marido no se dice que lo hizo por odio a todo el género masculino. Ergo, si tomamos el axioma “la mató por ser mujer”; como sería entonces “lo mató por ser hombre”, cayendo en una vaguedad gramatical aberrante.

Según Eugenio Raúl Zaffaroni, ex Ministro de la Suprema Corte de Justicia, se estaba tipificando “una locura”, algo que “no existe”. “En la Argentina, nadie sale a matar a una mujer por ser mujer”, sentenció, quien entonces todavía era ministro de la Suprema Corte de Justicia para cuando Cristina Kirchner se reunió con Bouvier y apareció la ley de femicidio en la Argentina.