Se fue uno de los tipos más queridos de los medios en toda la historia de nuestro periodismo. DJ, Operador, redactor de prensa, co-conductor de radio, sonidista de televisión, relator de boxeo. Un apasionado como pocos en un terreno árido, seco, sin oportunidades. Daniel Galván enfrentó todos los retos con una sonrisa y una carcajada, y ganó.
Su cuenta de Facebook sigue activa y cada 29 de mayo avisa que el querido Dani cumple años. Obviamente que cada cumpleaños es un maravilloso recuerdo de su extraordinario paso por este mundo mortal de donde partió; pero para los que lo conocimos y nos encariñamos con él es imposible olvidarlo e inevitable honrarlo.
En cuanto a su legado de seguro se trata del bien más preciado que le dejó a este humilde servidor –quien escribe estas líneas– para que pudiéramos haber hecho todo lo que logramos. El día de su partida el compromiso fue más grande aun y por supuesto irrenunciable, por lo que es una obligación rescatar los escritos que siguen, los cuales rememoran aquellos inolvidables días de radio y televisión que nos hermanaron para toda la eternidad.
“Preséntese soldado Galván”
Aquello fue los jueves por la noche de un año en que Omega Radio abría sus puertas. Me llamó la productora Luciana Masías para pedirme que hablara de la entrega del Oscar ese lunes. Fue el año de la película “Red social”, de David Fincher (2010), donde debuté como columnista en la radio con la frase: “Esa película es una basura”, a lo que el director Gustavo Vacarelle celebró largamente mi “charada”. Esa tontería nos abrió las puertas de Omega Radio.
Tenía la certeza que después de muchos años el producto iba a funcionar. Pero faltaba una pieza fundamental, el operador y quien más que Dani Galván. El programa iba como por un “túnel” y era difícil pararlo. Recuerdo que la cabina parecía una nave. Dani de un lado con una compu y cientos de oyentes pegados –literalmente– a la cuenta del gordo. El tipo tenía más de 100 contactos y yo apenas tenía 20. Aunque yo era el conductor, Dani era igual a Philip Seymour Hoffman, se choreaba el espectáculo; mientras yo tenía que acelerar motores y “talento”, porque me quedaba atrás. Me pasaba como poste.
Recuerdo una anécdota increíble. Dani frente mío con esa cara como luna, la barba rala y la “grela” en la cabeza, con el vidrio en medio. La radio era bien de avanzada. Tiramos una trivia al aire. La misma era: “¿A qué famosa actriz de los 70 se había ´chapado´ Carlos Monzón, en el boliche NY City de Buenos Aires”?
De contar con unas cuantas competencias y un poco de memoria sabias que se trataba de Ursulla Andress. Pero el gordo estaba empecinado en arruinarlo todo, cosa que el poco público que teníamos deliraba. Yo, el renegón y el gordo el payaso… y que buen bufón era.
Cada episodio era una fiesta del archivo, de la música increíble que Dani había mamado en boliches de los 80, como Canopus donde fue DJ. Tenía una biblioteca musical en la cabeza, parecía un i-Pod. Los Galpul se deslizaban por la “ola retro” y Galván brillaba. Para aterrizar con el “Spaghetti Mix”, donde el gordo imitaba a la perfección la tos del inicio y la vos “de HBO” que tenía el locutor del disco de pasta. Mas retro imposible y Dani era “un viajero del tiempo”.
De la nada a un sueño radial
Me pregunto si habré cumplido con todos sus sueños periodísticos, la noche que probamos en FM Panda me di cuenta que algún día haríamos el programa que habíamos soñado hacer, y lo hicimos.
Una noche de 1998 fuimos al MAO MAO con un amigo. Me contó que había un gordo vestido de traje que preparaba unos tragos tremendos, como el personaje de “Cocktail”. Además dijo que era un espectáculo verlo revolear los vasos por el aire. Era Barman y de los mejores. Me preparó un vodka con licuado natural de frutilla y no nos separamos más.
A la semana estábamos grabando en la parte trasera del MAO MAO, programas enlatados para Dinamo, y aunque nos fue como el traste, reafirmé mi amistad con “Pirucho” Diego Zuvirada, quien me mostró el camino varias veces.
Dani tenía eso, estabas con él y todas las puertas se te abrían, a pesar de que no teníamos un mango. Quisimos innovar yéndonos a una radio en Internet e hicimos “La cocina del infierno”. Yo imaginé el titulo por la película “Sleepers”.
No obstante el gordo era el motor del programa, era una aplanadora. Con su risa de trueno que después bajaba de sintonía y se convertía en la melodía más graciosa del mundo.
Las veces que intenté hacer el show solo no pude hacerlo. Me faltaba el copiloto. Así que el año en Omega nos sacamos todas las ganas y salimos a tocar como una banda de rock que le queda la última oportunidad… y brillamos.
La etapa en Omega: “Enjoy the ride”.
Hacíamos “Estilo Retro” y Vacarella enloquecía con cada presentación. De hecho sin ESTILO RETRO, en la tele jamás podríamos haber hecho CINEMA TV. Con el gordo ya arriba, como sonidista en los controles fue lo que hizo de ese show algo estupendo.
De no ser por la etapa en Omega jamás hubiéramos llegado a subirnos a un ring a relatar boxeo. Esta profesión te lleva impiadosamente de un lugar a otro sin consultar; pero con un copiloto como el gordo, el viaje es un paseo: “Enjoy the ride”.
El contacto con los oyentes era tremendo. Nunca había visto tantos “productores” desde sus casas. El Soldado Wred o Luisito Rojas, compañero de la facultad de Natulares, en Geología, esas carreras que jamás terminás, pero que dejan amigos eternos. Ese oyente fiel dictándole a Galván las trivias y jamás se habian visto la cara, si eso no es la magia de la radio, díganme ¿dónde está?
Eso, más los especiales que se nos ocurrían: “El Versus”; “El shufli”; “Audios de El Chavo del 8” o “Los Simpson”, desataba la locura del gordo al aire. Fue un año increíble. Ni me acuerdo el día que nos fuimos, lo tengo borrado de mi memoria. Solo tengo registrado el homenaje que le hicimos varias semanas a los pilotos de Malvinas, cuando nos dieron permiso para pasar los audios del programa que salió por History: “Malvinas, la guerra desde el aire”.
Maravillosas noches de boxeo
Aterrizamos en Canal 6 por un amigo y de la radio pasamos a la tele sin darnos cuenta. Un día llegó el boxeo al Club San Martin, al lado del canal, por lo que podíamos salir en vivo. Un productor vino y me dijo que sabía que a mí me gustaba el boxeo. Ya había hecho algo con Romina Arroyo, pero la “escuelita” me la había dado mi viejo, mi querido Nino, con quien vimos a los “Cuatro fantásticos de los 80”. Además yo había crecido en el desaparecido Salta Club. Pero ¿qué haríamos con Dani, no sabía nada de boxeo? pero el tipo tenía eso. Se prendía en todas y terminó siendo el mimado de la gente cada viernes.
Me preguntaba como haríamos dos zopencos ignorantes para relatar boxeo, así que Fernet mediante nos pusimos con Dani, en su departamento con la tarea de ver “Combate Space”. Queríamos escucharlo a Juan Abraham Larena relatando. Comenzamos a copiarle, a mezclarlo con un mexicano de apellido Ávila que decía una frase muy ocurrente: “le están dando como bacalao en Semana Santa”.
De pronto se nos presentó un sueño en puerta. Íbamos a hacerlo los dos desde la vera del ring, como en Las Vegas. Eso e ir a Montercalo para nosotros era lo mismo. Relatar boxeo en vivo al lado del ring con la sangre a flor de piel y un sonido de puñetazos que jamás olvidamos.
Hacíamos notas en vivo con el ganador después de que se molía a “cocazos” contra su rival. Subir al ring y presentarnos en vivo era tan excitante como pilotar un avión F16 sobre en el Pacifico y a dos Match. Y lo que más me gustó fue que al final el gordo se subió a ese avión y lo pilotó conmigo. Fue un verdadero honor.
Recuerdo que era como un rally. Nos gritábamos y teníamos micrófonos inalámbricos, lo que nos daba toda la libertad del mundo. Subíamos y bajábamos al ring con el estadio lleno. Yo imaginaba que estábamos en el Madison y por suerte él también.
Así fuimos zafando, el tema era que los festivales eran maratónicos. Llegamos a relatar casi 20 peleas por noche, después de eso no dormíamos. Nos pasábamos de revoluciones, pero el gordo no paraba jamás. Tenía un turbo. Recuerdo dejarlo en la parada de la Belgrano a esperar el bondi, que entusiasmo tenía. Nos peleábamos al aire. Teníamos carácter fuerte los dos pero al final todo salía redondito
El relato de boxeo y comentarios de Dani nos valió un reconocimiento de la Cooperadora asistencial que por esos tiempos manejaba los fondos para esa genial idea de las Escuelas de boxeo. El Osito Cruz nos acercó los diplomas.
Grito de guerra
Ahora pienso en todos esos fines de semana que producíamos para que esos jueves a la noche terminen viviendo en la mente de todos los que se prendían en el Facebook de ESTILO RETRO, solo a divertirse, a escuchar un producto por el que habíamos trabajado desde 1998. Todos lo disfrutaron, pero nadie más que él.
Creo que lo que más adrenalina le causaba era la “intro” del programa. Entrabamos con “Shoot To Thrill” de AC/DC. Unos minutos después lo primero que venía era el saludo con mi grito de guerra llamándolo al combate: “Preséntese soldado Galván!!!”