El juicio por el homicidio de los hermanos Roberto y Néstor Suárez, ocurrido el viernes 16 de febrero de 2024 en una finca de Coronel Moldes, se reanudó hoy con la recepción de nuevas declaraciones testimoniales.
Por el hecho están siendo juzgados dos hombres. Uno de ellos, de 27 años, por homicidio calificado por el vínculo, criminis causa y por alevosía en perjuicio de su padre, y por homicidio criminis causa y por alevosía en perjuicio de su tío, en concurso real. El otro, de 24 años, por homicidio calificado, criminis causa y por alevosía (dos hechos) en concurso real.
Hoy comparecieron un perito del CIF y familiares y conocidos de las víctimas y de los acusados.
Uno de los declarantes dijo ser sobrino nieto de los damnificados. Contó que su abuelo era hermano de Roberto y Néstor Suárez y que él y su familia tenían una relación cercana con ambos. Aseguró que ambos residían solos, que vivían de sus jubilaciones y del arriendo de parte de la finca. Explicó que tenían una vida tranquila y que no les conocía enemigos. Además manifestó que ambos tenían problemas de salud: uno de ellos se movilizaba en silla de ruedas por problemas de várices en las piernas y el otro tenía una ceguera avanzada.
El testigo relató que se enteró de lo ocurrido el domingo siguiente al hecho. Dijo que ese día había ido a visitar a sus tíos y cuando estaba llegando a Coronel Moldes lo llamó su madre para pedirle que vaya a la comisaría del pueblo porque habían encontrado el auto de su tío Néstor abandonado, sin ocupantes. Así lo hizo. En la dependencia, los uniformados le informaron que debía acompañarlos a la finca. Llegaron como a las 20, las dos tranqueras de ingreso a la propiedad estaban abiertas pero las luces de la casa estaban apagadas. Llamaron pero nadie respondió. Entonces decidieron entrar por una puerta que él sugirió porque sabía que solo tenía como traba un palo. Empujaron e ingresaron. En el comedor principal encontraron el cuerpo de su tío Roberto en el suelo, ensangrentado. Decidieron salir para preservar la escena.
Al cuerpo de su otro tío lo encontraron después en el lavadero los peritos que llegaron para inspeccionar la casa.
Durante la mañana también declaró un joven que dijo conocer a los dos acusados. Aclaró que tenía una relación más cercana con uno de ellos y que, antes del doble homicidio, este le había propuesto en varias oportunidades participar de un “negocio millonario”, pero él siempre se negó. La primera oferta se la hizo dos meses antes del doble crimen.
Explicó que el imputado sabía que en esos momentos él estaba atravesando una situación económica complicada y le había garantizado que podía hacerse hasta de un millón de pesos. En su intento de convencerlo le aseguraba que no iba a tener ningún problema porque tenía todo previsto para no dejar rastros.
Su amigo le había anticipado que se trataba de “golpear a una persona” y que, seguidamente, abrirían una bóveda “del tamaño de un ropero” donde había efectivo y joyas.

El testigo remarcó que él siempre se negó a participar y que incluso le aconsejó a su amigo que no siguiera adelante con ese plan. Estos dichos constan en mensajes de audio y de texto que intercambió con el imputado, incorporados como prueba en la causa.
Otro de los declarantes de la jornada fue un licenciado en Criminalística que expuso en detalle sus intervenciones a lo largo de la investigación. Entre ellas, la inspección ocular del lugar del hecho, del domicilio de uno de los acusados y del remís que utilizaron los sospechosos para regresar a la ciudad desde El Carril.
También expuso acerca de otro procedimiento realizado: el cotejo de varios objetos encontrados en la vía pública con posesiones de las víctimas. Precisó que se trataba de cuatro llaves (arrojadas en Maipú y Castellanos y Luis Güemes y Pasaje Higuerillas) y de otros objetos quemados en barrio La Colina. En los restos de la fogata había vasos de vidrio, cubiertos, platos y los restos de una tapa de olla. Posteriormente se pudo constatar que la vajilla y utensilios tenían similitud con los que guardaban las víctimas en la finca.
También se verificó que una de las llaves correspondía a la puerta de una galería del inmueble y, otra, a un compartimiento que tenía la caja fuerte de los hermanos Suárez.
El juicio es presidido por el juez Eduardo Raúl Sángari. Por el Ministerio Público interviene el fiscal Gabriel González. Está previsto que la audiencia de debate se extienda hasta el próximo 17 de noviembre.



