Drácula fue publicada en 1897, en plena época victoriana y en un principio no obtuvo buenas críticas, si embargo, con el transcurrir de los años se convirtió en una de las obras más representadas por el cine y el teatro. La figura del Conde Drácula y del vampiro sigue estando vigente en la actualidad con diversas variantes y conceptos posmodernos, muchos de ellos cuestionables.
Por María Victoria Bravo
La figura del vampiro presente en la escritura gótica encuentra sus antecedentes en la antigua Sumeria, en el 3000 a.C. En dicha cultura existía los Ekimmus que eran los demonios y espíritus de las personas fallecidas que succionaban la sangre de la gente en el desierto. En verdad se puede entrever aquí una manera metafórica de referirse a la muerte por deshidratación.
En Jerusalén y Babilonia, Lilith, la primera mujer de Adán se alimentaba de la sangre de bebés recién nacidos, y esto configura otra manera mítica de explicar enfermedades desconocidas que afectaban a los infantes.
En la Antigua Grecia sucede algo similar con la Lamia y las Striges, que se alimentaban de sangre de recién nacidos para hacer referencia a Síndrome de muerte súbita del lactante.
En cada cultura de Asia y Europa encontraremos criaturas similares a los vampiros góticos.
Recién en el siglo XVII el vampiro entendido como tal (chupasangre) empieza a aplicarse a estas criaturas mitológicas. Empiezan a aparecer con frecuencia en la correspondencia Pierre Des Noyers.
“Des Noyers menciona que el remedio para estas epidemias es descubrir el cadáver en su tumba y cortarle la cabeza, al parecer les da resultados a los habitantes de estos lugares, aunque confiesa no creer en esta superstición. En nuestro siglo se han descubierto múltiples registros arqueológicos sobre esta creencia, como cadáveres decapitados, con una argolla en el cuello o una piedra en la boca prácticas del folclor eslavo en la época que escribe Des Noyers. Se pueden rastrear creencias similares en el Malleus maleficarum ya citado.”´
En la escritura de Drácula se puede observar una gran influencia del ambiente cultural de Irlanda, cuna de el autor. En este contexto existe una leyenda celta que tiene como protagonista a Abhartach, un señor, del siglo V, quién gobernaba el reino de Garvagh. Su tiranía llevó a que sus súbditos solicitaran la ayuda del gobernante del reino vecino, Cathain, quien asesina a Abhartach. Sin embargo, este último se apersona exigiendo un sacrificio de sangre para recuperar su energía vital, en estar circunstancias es asesinado por segunda vez y Cathain debe ser asistido por un druida cristiano quien le explica el ritual a seguir: para matar a un muerto viviente debe matarlo por la espalda con una espada de madera de tejo, enterrarlo boca abajo, colocar una lapide de piedra pesada y rodearla de espino. El lugar en el que supuestamente está enterrado es Slaghtaverty Dolmen (condado de Derry).
El término celta El término celta dreach-fhuola significa «sangre contaminada» y esta podría haber sido una de las influencias para elaborar el nombre del personaje.
La historia de Joseph Sheridan Le Fanu, Carmilla (1872), una seductora vampiresa que intenta apoderarse de una inocente jovencita también pudo haber sido otras de las influencias para la escritura de Drácula. En la misma se observa folclore irlandés ya que el autor creció en contacto con las historias y mitos de dicha cultura.
