JIMENA SALAS: ¿PORQUE LA PROCURACIÓN ARGUMENTA QUE EL CHINO SAAVEDRA SE ESCONDIÓ EN EL NORTE MIENTRAS DABA NOTAS A TN?

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Luego de que en un primer debate el viudo de la víctima y Sergio Vargas fueran absueltos del encubrimiento; los fiscales que investigan el crimen entre gallos y medianoches consideraron a los hermanos Javier Nicolás, Carlos Damián y Adrián Guillermo Saavedra como coautores del homicidio y los llevarán a juicio. ¿Dónde se oculta la verdad cuando hay intereses en cerrar un caso que se niegan a investigar como corresponde?

La desesperación por resolver el crimen de Jimena Salas podría llevar a otro papelón por parte de la Justicia salteña y sobre todo de la Procuración General, que dice tener las pruebas suficientes como para al menos mandar a la sombra al “Chino” Saavedra por los próximos 35 años.

Repentinamente el 1 octubre de 2022 la fiscalía brindaba una conferencia de prensa con el “Sheriff” García Castiella a la cabeza y su sequito de la Unidad Fiscal. La polémica Dra. Mónica Poma, junto a Leandro Flores y Gabriel González, acompañados por el Coordinador General de Fiscales Pablo Rivero, la Directora del Cuerpo de Investigadores Fiscales Gabriela Buabse y el Comisionado coadyuvante de la Procuración, Juan Ramón Miranda.

Todo ese despliegue para anunciar que habían atrapado a los asesinos y que habían resuelto uno de los crímenes peor investigados de la historia judicial de Salta. Los fiscales que investigan el crimen de Jimena Salas, asesinada de 50 puñaladas en 2017 en la localidad de Vaqueros, solicitaron que los tres hermanos vayan a un segundo juicio oral por el caso como presuntos autores del crimen. El pedido fue presentado ante el Juzgado de Garantías 3 en feria, del distrito judicial del Centro, y alcanzó a los acusados Javier Nicolás, Carlos Damián y Adrián Guillermo Saavedra.

¿De “crimen resuelto” a circo judicial?

Tras oficiar de anunciadores justicieros a los que la prensa les cree sin re preguntarles nada, anunciaron que la prueba fundamental con la que contaban era el ADN. Obviamente ante semejante noticia a nadie se le ocurrió que estos tres también podrían formar parte de la desesperada ambición por mostrar que la nueva administración era capaz de resolver lo que los anteriores no habían podido hacer.

El relato giraba alrededor de tres hermanos que engañaban mediante un ardid en el que usaban un perrito como fachada para ganarse la confianza de sus víctimas, aduciendo que el animalito estaba perdido.

Esta hipótesis por supuesto haciendo pie en la única prueba con la que contaban que era la fotografía del verdadero asesino sosteniendo al perrito pero donde no se le ve el rostro. Esta modalidad la habían utilizado cuatro días antes en otra casa donde el homicida habló con una mujer –testigo fundamenta– que había quedado al cuidado de la casa de una amiga que no se encontraba en el domicilio, por ello desistieron no pudiendo concretar la maniobra.

Ergo, de pronto los fiscales y su jefe aparecieron un sábado a la siesta para anunciar que “resolvieron” el crimen, donde el autor material tras perpetrar la sangrienta faena huyó al norte y se hizo pasar por un colaborador de los franciscanos que ayudaba a los niños de la comunidad Wichi.

Todo parecía sonar lógico hasta que aparecieron imágenes del supuesto autor “escondido” en esos andurriales selváticos, brindándole una nota periodista al conocido periodista Nelson Castro de la señal TN. Fue en ese punto que el relato de la fiscalía comenzó a crear dudas ya que en una investigación por más que cuente con pruebas como el ADN, si el relato no es creíble todo lo demás comienza a mostrar grietas.

A pesar de las inconsistencias de una investigación que comenzó con patadas y puñetazos durante el traslado del Chino, donde los elementos de la Procuración golpearon hasta el amanecer a los tres detenidos, violando así toda noción de Derechos humanos, tal como sucedió en el caso de las turistas francesas, donde Vilte, Lasi y Vera fueron salvajemente torturados. Obvio que con ese antecedente no hay ADN que sea creíble y máxime tras la liberación de Santos Clemente.

Se trata de los mismos, es decir “la casta judicial”, esa que se despachó con el mayor papelón de la historia, cuando el juez Luciano Martini envió a la cárcel a Santos Clemente Vera y luego fuera liberando tras siete años en Villa las Rosas. Aquí se trata de los mismos que conforman la casta judicial.

La conferencia, el relato y el Sheriff

Tras aquella conferencia teñida de suspicacias y con la retórica de una burda puesta en escena, el “Sheriff” daba por resuelto el enigmático caso. Pero para su desgracia apareció la figura de del defensor de los Saavedra, Marcelo Arancibia, el abofado que ya salvó a dos perejiles: Daniel Vilte –caso francesas– y Sergio Vargas –caso Jimena Salas, justamente–.

Solo debieron pasar unos meses para que dos de los tres supuestos asesinos obtuvieran la prisión domiciliaria, quedando solo el Chino en la infame alcaldía de la ciudad de Salta, la cual esta sobrepasada en su población. Allí el Chino espera el juicio.

Como un Déjà vu una vez más aparece el fantasma de los crímenes de Cassandre Bouvier y Houria Moumni, fundamentalmente con los ADN, que a prima facie parece una prueba irrefutable y que después termina siendo una truchada, tal como ocurrió en el caso de las francesas y como debe ocurrir seguramente cada vez que necesitan cerrar un caso que no toma repercusión mediática. Después de la infamia que le hicieron padecer a Santos Clemente Vera ¿quién no podría pensar que al Chino no le metieron un cotonete en la boca y le sacaron el ADN a puñetazos?

Porque resulta que en la Justicia salteña hay una versión “A” y una versión “B”. La primera es para el estimado público con la intención de llevar tranquilidad a la comunidad ya que han atrapado a los temibles asesinos y que la normalidad ha retornado a la ciudadanía gracias a estos “héroes” que son quienes investigan y llevan ante la justicia a los malhechores.

Pero resulta que hay otro lado de la historia y es el más “odioso” de comunicar, ese de tener que decir la “verdad real” de lo que sucede y es que la verdad como pilar fundamental de la justicia no es conveniente darla a conocer ya que a veces es resulta ser muy cruel. .

En este caso la verdad es que probablemente veamos otra vez la misma película, la de los pagotes de la historia, los chivos expiatorios a quienes culpar y darle un cierre a un caso que pareciera que jamás resolverán.