COLAPINTO, EL EXITISMO ARGENTO Y EL “HABLEMOS SIN SABER” AL TACO

16

Tras la histórica actuación del joven piloto pilarense en la máxima categoría del automovilismo mundial y sus últimas carreras donde su nivel no fue el mismo que el de las primeras carreras, las críticas más estúpidas y los comentarios más cutres afloraron en redes sociales y en todo ámbito donde cualquier orate con el uso del lenguaje más vulgar opinó como un experto, tildando a Franco como si de un advenedizo se tratare y que “desilusionó” al pueblo deportivo argentino

La F1 es el deporte más exigente, caro y arriesgado que existe en el mundo. Hasta antes de la muerte de Ayrton Senna morían en las pistas al menos 4 pilotos cada 10 años y en las décadas de 1970 y 1960 se mataban al menos 2 pilotos por año. Una estadística demencial hasta que la muerte del ídolo carioca por excelencia y tres veces campeón con McLaren, elevó las medidas de seguridad hasta reducir los decesos casi a cero.

Dicho esto hay que agregar el hecho de que las fuerzas G que sufren los pilotos son comparables a las experimentadas por aquellos que pilotan cazas supersónicos de combate, con un promedio de 5G. En algunas curvas muy específicas o en situaciones extremas, como un accidente, los pilotos pueden experimentar fuerzas G mucho mayores. Cabe recordar que la fuerza G no es constante. Durante una vuelta cambia constantemente a medida que el coche acelera, frena y toma curvas; afectando así a todo el cuerpo pero especialmente al cuello y la cabeza.

Otro aspecto a tener en cuenta es que en la F1 corren equipos con enormes presupuestos que proceden de auspiciantes con la solvencia suficiente como para pagar por ejemplo 75 millones de dólares en el caso de Petronas a Mercedes, durante los años que Lewis Hamilton ganó 6 títulos mundiales. Se estima que el contrato entre HP y Ferrari ronda los 100 millones de euros anuales. Esto solo por tener en cuenta a los equipos de punta.

En el caso de Williams, un equipo que es el tercero más ganador de la historia de la F1 pero que en los últimos años por los malos manejos de sus propietarios, puntualmente la hija de Frank Williams, la última vez que ganaron una carrera fue con el venezolano Pastor Maldonado, a quien Hugo Chávez le dio un jugoso cheque de 75 millones de dólares a nombre de la petrolera PDVSA. Al mismo tiempo y no queriendo ser menos Cristina Kirchner solo le dio 7 millones a Pechito López, lo cual no le alcanzó al cordobés ni para entrar al paddock.

Finalmente López se tuvo que conformar con correr en las 24 Horas de Le Mans y terminó ganando el campeonato del mundo junto al japonés Kamui Kobayashi y británico Mike Conway, cuando el trio se impuso en la exigente competición con el equipo Toyota Gazoo Racing. Por cierto ni nuestro “Chueco” Fangio pudo ganar esta carrera que forma parte de la preciada Triple Corona, junto a las 500 de Indianápolis y Montecarlo. A propósito del circuito monegasco, el cual en 1981 lo ganó el argentino Carlos Reutemann, siendo el ultimo argentino en sumar puntos en la historia de la F1. Pues bien Franco Colapinto con un Williams barato y flojo de auspiciantes, lejos del poderoso auto con el que corría el Lole, sumó 5 puntos. Pasaron 42 años de sequía para el deporte argentino tras el logro de Colapinto.

Hablemos sin saber, rebuznes de iluminados y dedito declamativo de las feministas

Es necesario aclarar todas estas dificultades, conceptos y datos técnicos e históricos, a aquellos iluminados que culpan (por ejemplo) a la China Suarez de la baja de nivel que tuvo Colapinto en las últimas carreras. Esos mismos que se ufanaron de hablar sin saber absolutamente nada del deporte motor por excelencia; sin mencionar a las feministas que le pusieron el mote de “mujeriego” a un piloto que sorprendió al mundo entero haciéndole sobrepasos al múltiple campeón Lewis Hamilton y a un impasable como Fernando Alonso, también campeón mundial y piloto top de la categoría.

Quiso Dios que estas fanáticas que sufren una misandria pavorosa no vivieran cuando James Hunt tuvo relaciones con 100 japonesas la noche anterior a la carrera en Fuji, en Shizuoka, al pie del monte que lleva el nombre del circuito; o las interminables maratones sexuales de Eddie Irvine, el ultimo semental de la F1, reemplazante de Schumacher cuando se rompió las piernas en un accidente. Eran otros tiempos y nadie se metía debajo de la cama de nadie para mezclar la vida privada con el talento real.

Que la odiosa y envidiosa prensa alemana le haya puesto el mote de “crash kid” no obedece a otra razón que Franco le birló el lugar a Mick Schumacher en Williams, el hijo de Michael y que no tardara su tío Ralph en salir a defenestrar al piloto argentino, siendo que él cuando corría y competía con su hermano se negaba a hacerle sobrepasos con el mismo Williams BMW con el que Juan Pablo Montoya si le corría de “tú a tú” al multiple campeón alemán.

¿Qué se puede pedir de un hato de patanes que no tienen ni siquiera la voluntad de ponerse a mirar la notable serie de Netflix, “Drive to survive”? título que resume todo lo expuesto en la presente nota.