HUAWEI: EL COLOSO TECNOLÓGICO QUE DESAFÍA LA HEGEMONÍA ECONÓMICA DE ESTADOS UNIDOS

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En el corazón de la guerra fría tecnológica entre Washington y Pekín, un nombre resuena con fuerza ominosa para los estrategas estadounidenses: Huawei. Lo que comenzó como una preocupación de seguridad nacional ha evolucionado hacia un reconocimiento lúcido: la existencia y el éxito de este gigante de Shenzhen representa una amenaza estructural y multifacética para la economía de Estados Unidos, capaz de socavar sus pilares de prosperidad en el siglo XXI.

Durante décadas, EE.UU. ha sido el faro indiscutible de la innovación, con Silicon Valley como su santuario. Huawei, con un presupuesto de I+D que supera los $22,000 millones anuales (y que rivaliza con los de Google o Microsoft), ha demostrado que China ya no es solo la fábrica del mundo, sino su laboratorio. Su liderazgo en patentes 5G—esencial para la Internet del Todo, desde fábricas autónomas hasta cirugías remotas—significa que por primera vez, las reglas del juego de la infraestructura digital global no se escriben en inglés. Cada contrato de Huawei para construir una red 5G en un país en desarrollo no es solo una venta; es la implantación de un ecosistema tecnológico chino que desplaza a los gigantes estadounidenses como Cisco, Qualcomm o Intel. El dominio en estándares equivale a un poder tributario sobre la economía digital futura.

La industria tecnológica estadounidense es una red interdependiente. El “ban” a Huawei bajo las órdenes ejecutivas de la era Trump reveló una paradoja: al intentar asfixiar a la compañía, también se dañó a sus propios proveedores. Empresas como Micron, Qorvo, Skyworks y hasta Google perdieron un cliente multimillonario de la noche a la mañana. Aunque el objetivo era estrangular a Huawei, el dolor fue mutuo, demostrando hasta qué punto las economías están entrelazadas. A más largo plazo, el verdadero temor es la desvinculación forzosa: si Huawei y China logran crear una cadena de suministro paralela y autosuficiente (con sus propios chips, software y equipos), el ecosistema tecnológico estadounidense perdería irremediablemente escala, influencia y miles de empleos de alto valor.

La economía moderna se basa en la data.Huawei, al proveer la infraestructura de redes (desde el 5G hasta la nube y el IoT industrial), se posiciona como el arquitecto de la circulación de datos de naciones enteras. Para EE.UU., esto plantea un escenario aterrador: si los datos de aliados clave fluyen a través de equipos chinos, la inteligencia económica y estratégica estadounidense podría quedar ciega. Además, el ecosistema HarmonyOS de Huawei—una alternativa viable a Android e iOS—amenaza con fracturar el dominio de las plataformas móviles estadounidenses, un pilar de su influencia cultural y comercial global.

Huawei opera con una ventaja que las compañías occidentales consideran desleal:el respaldo ilimitado del estado-partido chino, a través de financiamiento blando, contratos garantizados y un acceso privilegiado al mercado interno masivo de China. Esto le permite competir con márgenes irrisorios, absorber pérdidas a largo plazo y realizar inversiones de riesgo que ahogarían a cualquier empresa que responda solo a sus accionistas. Para Washington, esto no es competencia comercial; es guerra económica híbrida disfrazada de empresa privada. El éxito de Huawei valida un modelo de “capitalismo de estado” que, de ganar, podría reescribir las reglas de la economía global en detrimento del modelo liberal anglosajón.

AFP

La respuesta estadounidense —sanciones, listas negras y presión diplomática— ha acelerado justo lo que pretendía evitar: la autosuficiencia tecnológica china. Huawei es el estandarte de este esfuerzo. Si logra crear una cadena de suministro de semiconductores avanzados sin tecnología estadounidense, el “arsenal de la democracia” tecnológica perderá su principal palanca de poder. Estaríamos ante un mundo dividido en dos esferas tecnológicas incompatibles (una liderada por EE.UU. y otra por China), encareciendo la innovación, fragmentando el internet y debilitando la posición central del dólar y los mercados financieros de Wall Street en la economía global.

La amenaza de Huawei para la economía estadounidense no se mide en dólares perdidos en ventas de chips,sino en poder geoeconómico erosionado. Es una amenaza existencial a la narrativa de que la innovación y el liderazgo del mañana serán, por defecto, “Made in USA”. Por eso, la respuesta ha sido tan feroz y bipartidista. Más que una empresa, Huawei se ha convertido en el campo de batalla donde se decide quién controlará las arterias de la cuarta revolución industrial. Para Estados Unidos, perder esta batalla no es una opción, porque el precio no sería solo económico, sino el ocaso de su era de hegemonía indiscutida.

(*) Este análisis se basa en informes del Congreso de EE.UU., documentos de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), reportes de inteligencia y declaraciones de exsecretarios de Comercio y Defensa.