EN LA MENTE DEL DESCUARTIZADOR DE CERRILLOS

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Raúl Antonio Tula asesinó a Alejandra Carabajal el 6 de septiembre de 2005 en la localidad de Cerrillos. No fue un asesinato más, lo que siguió al acto criminal aún hoy sigue inquietando a los habitantes de esa tranquila localidad, a toda la sociedad salteña, a quienes formaron parte de aquella investigación y por supuesto a los que se dedican a investigar a este tipo de psicópatas y sus aberrantes actos. Tula junto a un cómplice diseccionaron con perfectos cortes como los de “Jack el Destripador”, a la desafortunada madre de sus 4 hijos. Contenido sensible, se recomienda discreción.

Permanecía con la mirada perdida en un punto invisible, le faltaban algunas piezas dentales, su camisa abierta dejaba ver en su pecho las huellas de los puntazos de la picana aplicada por los impiadosos sabuesos de la Brigada de Investigaciones. En ese entonces la sede estaba ubicada sobre Avenida Chile 1820. Estaba esposado a un tubo que iba hacia el techo, sentado sobre un colchón, contra una esquina de un amplio salón donde dos elementos de la ley que hacían la guardia veían entretenidos algún canal de cable.

No estaba con los otros detenidos, quienes permanecían encerrados en una esquina del amplio salón. Allí en una suerte de pequeño calabozo protegido por un portón negro de chapón grueso estaban los peores y más violentos delincuentes, quienes de a ratos se trenzaban en violentas riñas ante los ojos de los demás. Pero Tula no estaba junto a esa manada de bestias, las autoridades habían decidido tenerlo apartado en ese enorme salón junto, por su perturbado estado mental.

Sin embargo su comportamiento era muy pasivo, su voluntad estaba absolutamente quebrada. De a ratos se recostaba como un perro y dormía un corto lapso de tiempo. Mientras esto ocurría entraba algún que otro efectivo de la Brigada vestido de civil, se acercaba a él y para divertir a sus compañeros amagaba con patearlo. Para los feroces sabuesos su captura y las torturas aplicadas a ese reo eran parte de un protocolo que les había rendido sus frutos y que era común en la Policía de Salta.

 

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Raúl Antonio Tula cantó como Pavarotti tras sesiones interminables de picana hasta que les dijo a sus torturadores donde había enterrado a la madre de sus hijos después de diseccionarla prolijamente, meterla en un bolso y enterrarla.

Obviamente que las crónicas locales adornaron la novedad, tras permanecer varios días desaparecida la víctima, más precisamente entre el 6 y el 26 de septiembre. En las notas publicadas en el diario local de mayor tirada se leía pasajes tales como que “Tula se había quebrado y había hablado”.

Allí fue cuando comenzaron a circular de toda clase de perversidades y la frondosa imaginación de los pueblerinos encontró su punto máximo cuando trascendió la versión de “que luego de descuartizar a su exconcubina cocinó restos de la carne y se la dio de comer a los perros”. Aunque en Cerrillos llegaron a afirmar que había hecho empanadas con los restos de su víctima y se las había dado de comer a los familiares de ella. Lo cierto es que el día del crimen, según la confesión del propio Tula, tras haber tenido relaciones íntimas sorprendió a su exesposa mientras se bañaba en la vivienda de Cerrillos, la acuchilló y luego vendría todo el macabro acto post mortem.

Tula y Carabajal tenían cuatro hijos de 13, 9, 6 y 3 años. Habían vivido juntos como pareja hasta mayo de 2005. Después, él se fue con una adolescente de 16 años. Es allí cuando surge la pregunta de ¿qué es lo que anida en la mente de un asesino de esta condición mental?

 

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¿Qué puede llevar a que un sujeto aparentemente normal a que ejecute un acto de esta naturaleza con la frialdad que lo hizo? ¿Qué habrá surgido en esa perturbada mente aquella noche en que se fue a dormir después de acuchillar a la madre de sus hijos y planear junto a otro cómplice, la perversión de diseccionar prolijamente ese cuerpo y profanarlo sin la más mínima culpa?

Un dato que quedó suspendido en algún recodo del relato y que ya es anecdótico es la presencia de un carnicero cómplice de Tula, quien realizó los cortes al mejor estilo de “Jack el Destripador”, el famoso asesino en serie que mataba en la Inglaterra de finales del siglo XIX.

Ese sujeto luego falleció de muerte natural y se llevó a la tumba el secreto mejor guardado, de cómo es que Tula le solicitó “reducir” ese cadáver para meterlo en un bolso y luego enterrarlo para que jamás fuera encontrado.

El testimonio de la querella

El Dr. Pedro García Castiella en aquella época se desempeñaba como abogado particular. Fue cuando la familia de la víctima ante la desaparición de Alejandra Carabajal acudió en su ayuda.

¿Cómo fue participar en aquella experiencia de un crimen tan emblemático como el que luego se conocería como el de “El descuartizador de Cerrillos”? ¿Cómo fue esa experiencia?

–Eran otros tiempos, mucho más difíciles que los actuales. Existía la Justicia de instrucción, no existía todo este sistema protectorio hacia las víctimas, en especial los cuidados cuando son mujeres.

Realmente fue un caso muy traumático y fuerte para la sociedad, para los actores y en mi caso también fue impactante. Pero en el terreno profesional fue verdaderamente un logro muy grande. Fue exitosa la labor profesional en ese sentido porque me acuerdo que ya habían pasado muchos días en que estaba desaparecida; si no se hubiera actuado con diligencia, con prontitud, con eficacia; hoy por hoy podría ser una persona más, desaparecida.

El elemento disparador para la familia cuando van a consultarme era que habían pasado 3 o 4 días y el esposo Tula, decía que ella se había ido de viaje con un hombre a Jujuy. Que se había llevado 2 bolsos. Pero a la familia le llama muchísimo la atención que acontece el cumpleaños del mas chiquito –tenían 4 hijos– ella ni siquiera llamó por teléfono. No dio señales de vida, ahí es cuando se encienden las alarmas y me buscan.

Cuestiones –estas– que había que explicarle y convencer a un juez en aquel momento. Era una versión de una persona que estaba más cerca de ella, que se había ido de viaje. Entonces había que convencer a un juez quien, era el que disparaba las diligencias investigativas.

Cuando fui a ver el juez de Primera Nominación no le dio mucha importancia. No le prestó credibilidad, pero quien si me atendió y fue muy presto, cuidadoso y es quien encaró la investigación fue el Dr. Miranda, que estaba encargado del Juzgado de Instrucción Sumaria, cuarta nominación. Fue quien me permitió abrir una actuación y empezar las diligencias porque si no, no podría haber hecho nada.

 

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El Dr. Miranda –hoy fallecido– y la Dra. Peralta, su secretaria, fueron quienes pusieron a cargo a la Brigada de Investigaciones. Primero estaban a ciegas y después comenzaron a aparecer algunos elementos como ser el testimonio de una nena de 8 años, que costaba mucho tomar una declaración a una menor en ese momento. No había Cámara Gesell, hoy tenemos un montón de elementos que en ese momento no había.

Esta chiquita dijo que lo había visto a Tula una noche mientras jugaba en una cancha de básquet. Que lo vio pasar con una pala y un bolso; a lo que se sumaba que la Brigada había encontrado las palas en la casa con restos de tierra que no coincidían con la tierra del lugar. Según Tula había estado trabajando con unas plantas pero la pala tenía tierra de rastrojos y no era una tierra seca como la que había en su casa.

Es ahí donde comienza a generarse una sospecha más robustecida y finalmente una noche pidió que quería que la policía lo acompañara en un vehículo y ahí indicó el lugar donde estaba enterrada.

A eso de las 6 o 7 de la mañana, tras 20 días de búsqueda, fue muy impactante y traumático en especial para el pueblo de Cerrillos porque estaban haciendo marchas para que apareciera Alejandra, ya todo el pueblo estaba movilizado. Fue muy traumático haber encontrado el bolso con las piezas del cuerpo.

¿Cómo la mató y como la escondió?        

–Todo esto ya es confesión de parte de él. En el juicio se develó toda esta situación. Estaba de novio con una chica de 16 años en ese momento que vivía en la localidad de Rio Ancho, estaba embarazada su novia y él quería la casa. Entonces contó que la citó a Alejandra Carabajal porque quería conversar –según su versión– tras estar separados y peleados.

La chica accedió y se fueron en remis desde Cerrillos hasta la casa del crimen ubicada en el barrio El Huerto. Tras una charla muy amena tuvieron relaciones y posterior a eso cuando ella se dirige al baño, a la ducha, la agarra por sorpresa con un cuchillo en el baño y la asesina.

Con ella muerta procedió con la ayuda de alguien a un seccionamiento al estilo como se hace en los frigoríficos, utilizado el agua. Seccionó todas las partes del cuerpo pero muy prolijamente. Eso fue lo primero que llamó la atención en la investigación, la prolijidad de los cortes.

Lo hizo en función de buscar que las piezas entren dentro del bolso que utilizó, porque hizo más de un viaje. Me acuerdo que se hizo una reconstrucción ya que no cerraba el hecho de trasladar el peso del cuerpo con una sola persona. Entonces se pensó que alguien lo podría haber ayudado.

Se lo llevó con un carro del servicio penitenciario y casi lo linchan en ese momento, fue muy difícil esa tarde también porque estaba todo el barrio enardecido. Hasta la policía pasó mal rato en esa reconstrucción.

Se utilizó un policía de la Brigada de Investigaciones y se le colocó dos bolsas con 50 kg de maíz. Se lo hizo hacer el mismo recorrido y no pudo avanzar, antes de un km desfalleció y no pudo seguir. Entonces ahí se planteaba la incógnita de quien lo podría haber ayudado. Después descubrieron que había hecho dos viajes.

 

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–¿De todos modos ustedes deducían que alguien lo había ayudado a diseccionar el cuerpo?

Si, después de toda la situación Tula develó en el juicio que faltaba una parte del cuerpo. Lo hizo como relajando a todos los presentes y a la investigación misma. Se jactó de la inutilidad que él decía del personal policial que si hubieran buscado bien hubieran encontrado la parte que le faltaba y él dijo que estaba en el resumidero.

Entonces eso nos lleva a pensar que se utilizó el mismo sistema que se usa en los frigoríficos para faenamiento, cuando se utiliza el agua, y para todo ese trabajo necesariamente tenía que haber contado con la colaboración de alguien pero nunca se pudo saber quién pudo haber sido.

–En aquella época fue juzgado con el Código viejo, es decir la máxima pena era 25 años de prisión, considerando el tiempo que transcurrió ¿podría ya estar en condiciones de gozar de salidas transitorias?      

Siempre hice el cálculo, porque hay hijos de ella que ya son grandes. Es toda una situación, una historia en la que el padre que mató a la madre y el hijo mayor tal vez en algún momento podrían llegar a reencontrarse, entonces yo siempre tuve presente el momento en el que él recupere la libertad.

En ese momento si se podía hacer ese cálculo, ahora al reo no se le puede aplicar una norma penal mas gravosa, a lo largo del tiempo desde el año 2005 cambió la situación. Hoy podría existir una pena de hasta 35 años, existe lo que es la figura del Femicidio.

Se avanzó muchísimo en un montón de herramientas y en legislación también pero como no se puede aplicar retroactivamente, él con el sistema viejo a partir de los 15 años puede acceder a los regímenes de la ley 24.660, que son libertad, salidas transitorias y libertad condicional. Pero eso siempre y cuando le den favorables los estudios criminológicos y el dictamen del Concejo Profesional.

Tendría entendido y no lo sé con certeza porque sigue estando privado de la libertad que habría algún problema porque no le están dando bien los estudios psiquiátricos o psicológicos.

–Según su confesión, Tula dijo que se había inspirado en algunos detalles en una serie de televisión, ¿cómo fueron esos detalles?

Dentro de todos los contornos asombrosos y patéticos que tuvo este caso él reconoció en la audiencia de debate que había visto en la serie “Mujeres asesinas”, de gran éxito en ese momento, que había un capitulo donde una mujer envenenaba a un huésped, lo mataba. Había guardado los restos y había hecho comida, en una situación muy morbosa.

Tula vio eso y a partir de lo que había visto ahí pretendió hacer lo mismo con el cuerpo pero enseguida se dio cuenta de que no lo podía hacer porque –según relató él mismo– vio en la serie que habían cocinado el cráneo cosa que intentó hacer pero no lo logró.

Es a partir de ahí que toma la decisión de tener que buscar otra forma de hacer desaparecer el cuerpo. Buscaba llegar a la impunidad y entonces ahí es donde recurre a la idea del seccionamiento y trasladarla en un bolso.

Una reflexión final tras haber formado parte de un caso que si bien es interesante para la Prensa; es doloroso para la familia, los allegados y la gente de Cerrillos en un caso como ese…

Yo lo veo tras 20 años que pasaron y repasando un programa televisivo que se hizo me llamaba a la reflexión la gran cantidad de herramientas en cómo se avanzó positivamente en ese sentido, en cuanto a legislación, en cuanto a acompañamiento de la víctima.

En aquel momento yo como querellante la impulsé desde el rol de abogado particular, mas allá de la colaboración de algún fiscal pero en aquel momento el fiscal meramente cumplimentaba las actuaciones del juzgado de instrucción.

Impulsar todo y no solo eso sino ocuparme de la situación de la familia en lo que hoy se llama la Asistencia a la víctima. Porque esto no solo fue traumático en lo social, en lo humano, sino también hacia la familia, que quedó destruida.

Una tía, la hermana menor de Alejandra, se tuvo que hacer cargo de la crianza de 4 chiquitos, sola; los padres de Alejandra… que su papá estaba destrozado, falleció al año siguiente por un cumulo de enfermedades que se le fueron suscitando y agravando, y no me cabe duda a mí que fue consecuencia del tremendo padecimiento que sufrieron.

El rol del abogado en ese momento y al menos yo lo veía así, fue mi forma de actuar en el cuidado, porque la victima necesita un tratamiento muy especial. El dolor de las víctimas es muy difícil y complejo, hay que saber entender y saber respetar el espacio, incluso enojos o broncas de las víctimas. Eso lo hice mucho a lo largo de mi carrera profesional y algo se, a veces me valieron gratitudes y otras no tanto, pero las víctimas son víctimas y hay que respetarlas.

Participación especial de la periodista Melina Sola