LA “VENTANA” QUE VENDIÓ MÁS QUE LA “MANZANA”

11

Paradójicamente Microsoft como compañía no ha dejado el legado que dejó Apple pero si vendió más, y eso al final del día parece importarles más a los CEOs. Allí es cuando se plantea el dilema acerca de que es más valioso: ¿vender o trascender?

Sin dudas la relación entre Steve Job y Bill Gates fue fundamental para definir el universo en el que vivimos hoy en día. La traición del dueño de Microsoft a Jobs y la increíble voltereta que dieron los acontecimientos unos años después se han convertido en una historia que en la actualidad se enseña en las universidades como ejemplo de estrategia empresarial. Dicho esto la pregunta entonces apunta a que es más importante: ¿vender o trascender?

Cuando Steve Jobs regresó a Apple tras la dura pugna que había tenido con John Sculley, el hombre que él mismo había llevado a su compañía y que tras trabar una relación muy cercana con la junta directiva, logró “eyectar” a Jobs de su propia empresa. Entonces fue cuando llegaba el momento de salvar a Apple de la quiebra.

Solo en 90 días el icono tecnológico de Silicon Valley entraba en un espiral que lo llevaría directo a la bancarrota. Habían pasado muchos CEOs por la compañía de la manzana y ninguno había dado con la tecla. Incluso el mismo Sculley tras deshacerse de Jobs, fue echado tras malas decisiones relacionadas con la venta de los productos.

Ante esta desfavorable situación y al borde del abismo Jobs dejó sus viejos rencores y llamó al hombre más rico del mundo en ese momento para proponerle un trato. Para ese momento Microsoft había dejado de ser la pequeña compañía que era en la época que proveía de software a Apple para convertirse en un gigantesco monopolio.

Obviamente que en EE. UU. nadie –ni siquiera el hombre más rico del mundo– puede pasarse de listo y quebrar la ley. Precisamente la ley de monopolio.

Resulta que en el gran país del norte la independencia de poderes es un hecho que se lleva a la práctica y un juez fue capaz de hacerle saltar las alarmas por los aires a la que entonces era la compañía que tenía al 97% de las computadoras del mundo utilizando su sistema operativo.

Resultó que la Justicia en EE. UU. tenía a Bill Gates por el cuello tras caerle por prácticas monopólicas. Más precisamente por quebrantar la Ley Sherman Antitrust.

“Me enteré que estás haciendo amigos en el gobierno”, le dijo Jobs irónicamente de un lado del teléfono; a lo que Bill Gates le retrucó de inmediato: “Me enteré que regresaste a un barco que se está hundiendo”.

En tanto la situación judicial de Gates era similar a lo que en la actualidad sucede con gigantes como Google o Amazon. Por ello es que el trato era razonable: Microsoft debía proveer de aplicaciones a Apple, más un jugoso cheque por 150 millones de dólares para sacar a la compañía de Jobs del borde de la quiebra; a lo que Gates preguntó “¿y yo que gano?”.

La ecuación era simple, Apple recibiría el envión económico para salir de la bancarrota y Gates podría sacarse de encima la acusación de monopolio.

El final de la historia tiene a Apple vendiendo la iMac, luego el iPod y finalmente el icónico iPhone que cambiaría el mundo. Del otro lado aparece Microsoft perdiendo el juicio por monopolio pero aun así siendo uno de los gigantes tecnológicos de la actualidad. Aunque quedando muy por detrás de otras compañías como N-Vidia, Amazon o Google, e incluso la misma Apple.

Si bien la compañía de la manzana se salvó de la quiebra y dejó un legado que no para de crecer, Bill Gates conserva una fortuna enorme y su compañía sigue adelante a pesar de que la justicia le ordenó dividirla en dos y por ende hacerle perder la cuota de mercado con la contaba en los años 90. El sistema operático Windows vendió más de lo que vendió Apple pero que puede ser más importante ¿vender o trascender?