“MARTIN PÉREZ TRATÓ DE INVOLUCRARME A LO QUE DÉ LUGAR”

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Esta espantosa historia tiene a dos protagonistas, quienes ante la Ley y Dios, se supone que son iguales, como el resto de los mortales. Pero no es así porque ambos viven en Salta, una ciudad que tiene “ciudadanos de primera” y “ciudadanos de segunda”; y sobre todo donde anida la casta judicial. Daniel Vilte y Martin Pérez tienen dos versiones muy diferentes para contarles a sus hijos cuando toda esta pesadilla sea solo un recuerdo

Debajo de la comisura de su boca se dibuja una cicatriz que es un espantoso recordatorio de sus días en la Unidad Penal de Villa Las Rosas. En esa ocasión un preso intentó matarlo por asuntos totalmente ajenos al motivo real que lo llevó a ese infierno, a ese depósito de gente donde conviven a diario asesinos, degenerados, violadores, ladronzuelos de poca monta y violentos que en algún momento de sus vidas cometieron un acto sin retorno.

Su nombre es Daniel Octavio Vilte y es uno de los perejiles señalados para que los crímenes de Cassandre Bouvier y Houria Moumni hubieran tenido un cierre falaz pero con un final conveniente.

El otro personaje de esta perversa trama tiene una blanca cabellera y viste elegantes trajes negros. Se lo puede ver caminando por la planta baja de la Ciudad Judicial asiduamente y aunque sale en horarios de trabajo a pagar algo al Rapid pago del Chango Mas, nadie le reclama nada. ¿Qué le pueden reclamar por una nimiedad como esa? siendo que mandó a dos inocentes a la cárcel y jamás recibió un miserable correctivo. De hecho Juan Manuel Urtubey lo premió ascendiéndolo como camarita en la época en que las turistas francesas fueron violadas, golpeadas y asesinadas en Salta.

Martin Pérez y la perra guardiana

Hace unos días los jueces de la Sala I del Tribunal de Juicio, con Martín Pérez como presidente, Javier Aranibar y Leonardo Gabriel Feans como vocales juzgaron a Leonardo Cositorto. Fue la última aparición del juez que arruinó la investigación de los asesinatos de Cassandre y Houria. Y aunque el tiempo erosiona todo, incluso las injusticias más groseras, a Martin Pérez nadie le ha pedido cuentas hasta la fecha por semejante aberración.

De hecho cada vez que esa sala de juicio tiene que juzgar a alguien, esos jueces, por lo menos Pérez y Feans, tienen a una oficial de policía que constantemente maltrata a la prensa y no permite el trabajo de los cronistas, atosigándolos por el uso del teléfono celular, donde comúnmente se toma nota o por cualquier motivo sin justificación esta mujer agrede permanentemente. Obvio mandada como un perro guardián por estos jueces, molestos por crónicas como esta.

 

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La pesadilla de Daniel Vilte

Uno de los candidatos ideales para formar parte del grupo de “negros violentos” que atacó a las turistas francesas, junto a Santos Clemente Vera y Gustavo Lasi era Daniel. Este triunvirato de salvajes que  reptaban por la zona de la Quebrada de San Lorenzo, que conocían la zona y que deambulaban por los dominios de la naturaleza, eran los actores perfectos para interpretar esta tragicomedia con tintes de policial noir.

Martin Pérez cual “director de casting”, tenía la inconfesa intención de armar una trama argumental donde estos tres malvivientes aparecerían de la nada en medio de la espesura, atacarían a las chicas francesas, les robarían sus pertenencias, las violarían y luego las asesinarían.

Por otro lado el comisario Nestor Piccolo tenía otra hipótesis y seguía otra línea de investigación. Intuía que las víctimas no habían muerto en ese lugar; que ni siquiera cerraba la data de muerte con una ventana inexplicable de casi dos semanas. Por ello pasó un detector de metales por el lugar y no encontró nada. Pero al día siguiente el obediente oficial Walter Mamani encontró casquillos de balas justo donde habían aparecido los cuerpos. Todo tan raro y tan “guionado” por Pérez que el mismo juez se tomó la molestia de apersonarse en la alcaldía y visitar a Daniel Vilte en su celda.

En esa entrevista televisada realizada por quien redacta esta nota, solo unos días después  de que su abogado Marcelo Arancibia lograra su sobreseimiento definitivo tras un trabajo defensivo notable y sin cobrar un peso, Daniel relató como Pérez fue a su lugar de alojamiento y le prometió que conseguiría las pruebas para condenarlo.

Era tal la determinación de Martin Pérez para condenarlo y tan perversamente lentos los tiempos del Poder judicial salteño, que Daniel terminó en Villa Las Rosas donde uno de esos despojos humanos intentó matarlo con un arma blanca. Hiriéndolo en la cara y dejándole esa cicatriz que le recordará por siempre la perversa determinación de Pérez de enviarlo por 35 años a la sombra, junto a Santos Clemente Vera; solo porque Gustavo Lasi le dijo que ellos dos habían participado de las violaciones y los asesinatos, porque obvio que Lasi no podría haber actuado solo.

Unos meses después, 24 de noviembre de 2011, el cuerpo sin vida del comisario principal Néstor Piccolo era hallado en un callejón de la ciudad de Salta, detrás de una iglesia, con un disparo en la cabeza. Dicen que su muerte no tuvo nada que ver con la investigación que llevaba adelante, ajena a la línea de Martin Pérez. Pero es muy suspicaz que hasta la fecha jamás se haya aclarado esa muerte.

En 2024 se conoció la noticia en El Tribuno que Vilte reclamaría una indemnización por el irreparable daño producido. En declaraciones a FM Capital, Marcelo Arancibia dijo que su defendido fue un “muerto vivo” durante los tres años que estuvo en la cárcel imputado por el asesinato de las turistas francesas y luego del juicio liberado.

“El monto lo vamos a decidir en los próximos días con Daniel”, razón por la cual no arrojó una cifra exacta. “La provincia es la responsable de errores judiciales que ocasionaron un daño psicológico que lo vamos a hacer valer. Días antes de su absolución, Vilte casi sale muerto desde el servicio penitenciario”, expresó el defensor.

Para Arancibia,  “la detención de Vilte no podría haber superado los 5 días, tiempo suficiente para ver que no había cometido ningún delito, y sin embargo fue un muerto vivo durante tres años”.

Al día de hoy Martin Pérez sale de su despacho en la planta baja de Ciudad Judicial, frente al ascensor. Allí esta su perra guardiana, la policía que agrede a la prensa. Mientras Pérez se cruza al frente a buscar algún refrigerio y su día sigue como cualquier otro. Saluda amablemente y sigue su paso como un ciudadano ejemplar que nada debe, ni siquiera una explicación.

Daniel Vilte convive con sus demonios y cada día que se mira en el espejo asoma esa cicatriz debajo de la comisura de su boca, recordándole sus horrorosos días en la cárcel durante tres años y donde jamás debería haber estado ni un minuto.

El resto es parte de la cotidianidad de tribunales, donde los juicios siguen y la carrera de Martin Pérez no tiene un solo nubarrón, ni siquiera el aviso de un jury de enjuiciamiento donde tenga que explicar porque mandó a la cárcel a dos inocentes, uno de ellos Daniel; y porque arruinó la investigación del peor caso de la historia del Poder Judicial de Salta.