¿QUÉ FUE LO QUE LLEVÓ A LA LOCA FURIOSA DE VILLA CRESPO A ASESINAR A SU MARIDO Y SUS DOS PEQUEÑOS HIJOS A PUÑALADAS?

28

Se trata de Laura Leguizamón, la sindicada homicida, quien habría utilizado dos cuchillos para masacrar a su familia. Se conocieron los resultados de las autopsias del triple crimen y suicidio. La mujer tuvo un brote psicótico tras dejar de tomar su medicación psiquiátrica y los mató a todos. ¿Perversión, malicia pura o parte de la locura en la que vivimos?

Al tomar conocimiento de un hecho de semejante violencia y horror la primera pregunta que surge va dirigida directo a la psique de una persona que se monta de pronto en un escenario de horror total y masacra a su familia por turnos hasta acabar con todos ellos en un festín del terror para luego acabar la sangrienta faena quitándose la vida.

Lamentablemente la semilla de demonizar al “machirulo abusador”, gentileza de Cristina Kirchner y sus infames políticas de estigmatización del género masculino, calaron hondo en el inconsciente colectivo de la sociedad argentina y lo primero que trascendió fue que Bernardo Adrián Seltzer había matado a su esposa y luego habría terminado con la vida de sus hijos, “por haber sido testigos de un femicidio”. Evidentemente los medios lo primero que compran es la miserable prerrogativa de que el violento es el hombre y la victima la mujer.

Tuvieron que pasar 24 horas y algunas pericias criminalísticas para que quede claramente demostrado que fue Laura Leguizamón la que autora de la masacre, quien primero apuñaló a su marido mientras este estaba en la cama, quien habría intentado defenderse –tiene una herida en un dedo producto del paso del filo del cuchillo- para luego asestarle tres cuchillazos más. Lo de los hijos es más perverso aun, ya que los persiguió por toda la casa y les dio estocadas por la espalda, más de 10 puñaladas cada uno, a pesar de que uno de ellos casi logra escapar.

Los detalles son sobrecogedores, ya que la asesina tenía cabellos de uno de sus hijos en sus manos, esto de cuenta de su ferocidad y determinación para acabar con todos y cada uno de ellos de una forma contundente, sin mediar el más mínimo sentimiento de piedad.

Un verdadero monstruo

La construcción del mito que hace el escritor Robert Louis Stevenson en el clásico “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, no es más que un espejo constante de personalidades simbióticas que se manifiestan en momentos en los que se produce una explosión de violencia y el posterior baño de sangre en el que sucumbieron dos pequeños niños y su padre.

Según los vecinos, era una hermosa familia, y de hecho Laura Leguizamón era una madre común y corriente de quien nadie sospecharía que podría ejecutar un acto monstruoso que incluso por sus características de sadismo se parece a la matanza que perpetró La Familia Manson contra la actriz Sharon Tate y sus amigos en 1969, en Los Ángeles, California.

Incluso la empleada doméstica, quien tuvo la mala fortuna de ser la primera en llegar a la escena del crimen y descubrir a uno de los niños asesinado, dijo a los medios que era una familia maravillosa, que jamas hubiera sospechado que tendrían un final como el que sufrieron.

Un baño de baño de sangre

Un expenso informe de los periodistas Gustavo Carabajal y Gabriel Di Nicola para LA NACION, consigna que Bernardo Adrián Seltzer fue asesinado de tres puñaladas. Sus hijos adolescentes, Ian e Ivo, recibieron entre 10 y 12 cuchillazos cada uno. Tras el triple crimen, la sindicada homicida, Laura Leguizamón, esposa y madre de las víctimas, decidió quitarse la vida. Fue hallada en el baño del departamento, tenía heridas en la zona superior del pectoral, a la altura del corazón. También le descubrieron lesiones autoinfligidas en las muñecas. También se había clavado una uña en el cuello y en sus manos tenía cabellos.

Así lo determinaron los resultados preliminares de las autopsias hechas en la Morgue del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de la Nación y que ya fueron entregadas al fiscal César Troncoso, funcionario a cargo de la investigación, según informaron a LA NACION calificadas fuentes policiales. En el caso interviene el juez nacional en lo criminal y correccional Luis Schelgel.

“Las heridas que presentaba Leguizamón a la altura del corazón eran muy cercanas entre sí y denotan que fueron autoinfligidas, típicas del suicida. También tenía heridas en la nariz y en la rodilla. No se observaron lesiones o signos de defensa”, explicó una fuente que tuvo acceso a las autopsias.

La sindicada homicida habría usado dos cuchillos que fueron secuestrados por personal de la Policía de la Ciudad designado para hacer los peritajes en la escena del múltiple crimen, el departamento 6 A del edificio situado en Aguirre 295, en Villa Crespo.

Un cuchillo de cocina con mango metálico se destacaba encima de las sábanas de la cama matrimonial, a 20 centímetros del cuerpo de Seltzer, dos heridas en la zona pectoral derecha y otra en la parte izquierda.

Fue una de las dos armas blancas halladas en la escena de la masacre. Tenía manchas hemáticas en el mango y en la hoja.

Ian e Ivo fueron apuñalados con un cuchillo de cocina con mango de madera. Esta arma blanca tenía mayor cantidad de restos de sangre. Fue encontrada del lado de la cama donde dormía la mujer.

El adolescente que fue asesinado en su habitación no solo tenía heridas de arma en la espalda, también en la nuca y en la cara. Su hermano fue apuñalado en la espalda y en el pecho.

El horror fue descubierto ayer a las 13.30 cuando la empleada doméstica que trabajaba para la familia Seltzer ingresó en el departamento y quedó presa del pánico al descubrir el cuerpo de uno de los adolescentes en la cocina. Sin perder tiempo llamó a la policía.

Cuando el personal de la Policía de la Ciudad ingresó en el departamento 6 A del edificio Aguirre 295 descubrió los cuerpos de Seltzer, de 53 años; Leguizamón, de 51, y de sus hijos Ian, de 15, e Ivo, de 12.

“El cuerpo de uno de los adolescentes estaba en la cocina. Tenía una herida de arma blanca en el pecho, del lado derecho. Murió cuando intentaba huir de su homicida. El otro de los hijos del matrimonio estaba muerto en su habitación”. El chico que estaba en la cocina, cerca de la puerta de ingreso al departamento, además de la herida en el pecho, presentaba lesiones de arma blanca en la espalda. “También marcas de signos de defensa en las palmas de las manos y los brazos”, sostuvo un investigador.

Su hermano tenía varias heridas cortantes en la espalda. También tenía marcas de defensa en los brazos y en las manos.

“El cuerpo de Leguizamón estaba en el baño, sobre el inodoro. Tenía una gran herida de arma en la zona superior del pectoral del lado derecho. En sus manos tenía cabellos o pelusas mezcladas con cabello”, sostuvieron fuentes de la Policía de la Ciudad.

Seltzer estaba muerto en su cama. Presentaba tres puñaladas en la zona derecha del pecho. Presumiblemente, lo mataron cuando dormía.

Un allegado a la familia le contó a LA NACION que Leguizamón había tenido una recaída de una patología psiquiátrica de la que fue tratada hace dos años.

Para acompañar a su esposa, Seltzer, que era un experto en el mercado de granos como analista y corredor, había comenzado a trabajar desde su casa.

“Leguizamón tomaba medicación para evitar estar en un mundo paralelo. Costaba levantarla de la cama. Seltzer trabajaba prácticamente desde su casa para que ella no esté todo el día en la cama. Se podría decir que tenía un problema grande de depresión”, dijo a LA NACION una persona que en las últimas horas habló con el experto en mercado de granos.

“Con medicación”

El “primer episodio psiquiátrico” Leguizamón lo tuvo hace casi dos años. Se pensó en su momento que había sido un pico de estrés. “Con medicación se recompuso”, sostuvo la fuente consultada.

Hace dos meses volvió a “tener un episodio”. Seltzer le dijo a un amigo, que al aceptar que tenía un problema psiquiátrico, Leguizamón se deprimió.

Una psiquiatra amiga, después de decirle que por su relación no la podía atender, le recomendó hacer terapia. La familia se había contactado con un centro médico y estaba a la espera de turno para que Leguizamón sea atendida por un grupo interdisciplinario de psicólogos y psiquiatras.

En la cocina el personal de la Policía de la Ciudad encontró una carta “escrita por una persona que no estaba en sus cabales”, dijeron fuentes policiales.

“El departamento tiene dos puertas blindadas sin signos de haber sido violentadas. No faltaba nada material, lo que descarta que se haya tratado de un hecho de inseguridad y confirma la hipótesis de un múltiple homicidio seguido de suicidio, un crimen intrafamiliar” afirmaron fuentes policiales. El múltiple crimen y suicidio habrían ocurrido a las 6.

La carta

La carta fue hallada en la cocina del departamento donde vivía la familia Seltzer, en Villa Crespo. Estaba escrita a mano, en una hoja tamaño oficio. En letras de imprenta mayúsculas predominaba una frase: “Íbamos a la calle”. En la nota, además, se destacan dos manchas de sangre, como si hubiesen impregnado el papel por goteo.

A los costados y al pie de esa frase, como si fueran notas añadidas, aparecen oraciones inconexas, aparentemente escritas con otra letra.

Los investigadores no descartan por completo que esto signifique que una persona podría haber redactado la frase dominante, como para dejar un aviso, y otra -quizás, la autora de los ataques-, el resto de las frases sueltas. Pero la hipótesis más firme es que, producto de la patología psiquiátrica que sufría la mujer, y en medio del brote psicótico o delirio que habría provocado su arranque criminal, podría haber escrito todo ella misma, unas oraciones con su mano hábil y otras con la contraria.

La investigación del caso quedó a cargo del fiscal nacional en lo criminal y correccional César Troncoso, quien cuenta con la colaboración de detectives de la Policía de la Ciudad.

Si bien la mayoría del texto tiene letras de imprentas en mayúscula, también hay letras escritas en cursiva.

“Les arruinaba la vida”, “Con lo que iban a pasar, todo mal, muy perverso”, “Fue mucho”, “Los amo”, “Lo siento”, “Mis padres . . . “, eran las frases, aparentemente dispersas, que aparecen también en la hoja tamaño oficio encontrada en la cocina. “La carta, evidentemente, fue escrita por una persona que no estaba en sus cabales”, dijeron fuentes policiales.

Las manchas de sangre que tenía la hoja, hace suponer que pudo ser escrita después de los homicidios. Los investigadores que lograron leer la carta explicaron que entre las palabras “mal” y “perverso” hay un texto que no se logra entender.