MERECIDO RECONOCIMIENTO POR PARTE DE LA CORTE DE SALTA A LA TRAYECTORIA DEL JUEZ ÁNGEL AMADEO LONGARTE

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El notable magistrado se desempeñaba al jubilarse como Juez de la Sala II del Tribunal de Juicio. En su dilatada carrera en el Poder Judicial intervino en casos emblemáticos como el de las turistas francesas y Gaspar Cinco, entre muchos otros.

El acto estuvo encabezado por la presidenta de la Corte, Teresa Ovejero quien estuvo acompañada por el vicepresidente Fabián Vittar, la vicepresidenta segunda Adriana Rodríguez, las juezas de Corte María Alejandra Gauffin y María Edit Nallim y los jueces de Corte Ernesto Samsón, Guillermo Catalano, Pablo López Viñals y Gabriel Chibán. Durante el acto Ovejero destacó la trayectoria de Longarte quien agradeció el reconocimiento.

En extensa carrera del magistrado destaca un hecho criminal por encima de todos los que se dirimieron en la historia del Poder Judicial en Salta. Para quien redacta la presente nota se trata del caso más grave que haya sucedido al menos en democracia en la provincia de Salta. Un caso que hasta el día de hoy no tiene una definición.

En 2014, Longarte tuvo la compleja tarea de presidir un juicio emblemático para la historia judicial del país. El debate oral y público por los asesinatos de Cassandre Bouvier y Houria Moumni, cuyos cuerpos fueron hallados sin vida el 29 de julio de 2011, en la Quebrada de San Lorenzo.

Por entonces el contexto político ponía en duda la credibilidad de la Justicia local, la cual navegaba entre oscuros nubarrones donde se cuestionaba la independencia de las instituciones y la balanza se podía inclinar hacia la parcialidad; en un resultado que de haber terminado siendo de culpabilidad para los tres imputados, hubiera sido visto como “políticamente correcto”. Esto por la premura de cerrar un caso incomodo ante los ojos del mundo.

Pero el tribunal presidido por Longarte contra todos los pronósticos dictó una sentencia que al día de hoy sorprende por las consecuencias que tendría a futuro.

De los tres enjuiciados, dos de ellos fueron absueltos en lo que terminó siendo un serio llamado de atención para el funcionamiento de la Justicia en Salta. Sobre todo por la etapa preliminar (o de instrucción), la cual estuvo viciada de pruebas plantadas y policías torturadores. Eso puso a prueba la legitimidad del Poder Judicial y recayó con todo el peso sobre los hombros del presidente de aquel tribunal, a quien la historia lo puso a prueba y donde el magistrado debió reconocer la inocencia de Santos Clemente Vera y de Daniel Octavio Vilte.

Quizás muchos de quienes están leyendo la presente nota puedan poner una objeción en ese punto y endilgarle a Longarte el haber dado su veredicto de absolución “por la duda”, mientras que Pucheta lo hizo de forma lisa y llana en su sentencia.

Aunque había que retrotraerse a aquel momento cuando ante los ojos del mundo estos tres imputados –con Gustavo Lasi incluido– eran los asesinos ya previamente condenados por la justicia, con todo un aparato detrás que incluía a una quincena de elementos de la Brigada de Investigaciones con picana en mano, torturando a los imputados y buscando cerrar rápido un caso que se pudrió de entrada con lo actuado por el sospechosamente ineficaz Martin Pérez.

Más la aparición del accionar del policía Walter Mamani plantando balas en la escena donde aparecieron los cuerpos de las víctimas; sin contar con que la data de muerte no cerraba de ninguna manera, ya que los cuerpos no podían llevar allí dos semanas como informaron desde el minuto uno de la investigación, sino apenas 72horas.

A todo ellos sumarle que cometieron el peor de los errores en una investigación criminal: el de levantar los cuerpos a las tres de la mañana, cuando se sabe que la ciencia forense dicta que la mejor luz para estudiar una escena del crimen es la de la luz del alba. Y ni siquiera perimetrando el área. Todos errores de una banda de novatos superados por un hecho de estas características.

Además de la suspicaz muerte del comisario Néstor Píccolo, después de que decidiera ir por una hipótesis totalmente contraria a lo que ordenara el juez de instrucción, cuando apareció con un tiro en la cabeza en el predio ubicado detrás de la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación, justo frente a la sede de la Brigada de investigaciones por entonces. Lugar donde habían torturado a los imputados durante días.

En líneas generales la sentencia dictada por Ángel Amadeo Longarte, Bernardo Ruiz y Carlos Héctor Pucheta le desarmó a la justicia de Salta todo un perverso entramado que incluía culpar a dos inocentes que componían una supuesta “banda de tres ladronzuelos, violadores y asesinos que habían atacado y asesinado a las víctimas”.

Solo un poco más de un año después de aquella sentencia que liberó a dos de los tres imputados, los jueces Rubén Eduardo Arias Nallar y Luciano Ignacio Martini Bonari, entre gallos y medianoches desestimaron todo lo obrado por aquel tribunal presidido por Longarte y condenaron a Santos Clemente Vera; quien tras 8 años en el infernal penal de Villa Las Rosas finalmente fue liberado por decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, reivindicando el notable trabajo que realizara Longarte, junto a Ruiz y Pucheta.

El psicópata que envenenó a una joven madre junto a su pequeño hijo

Otro caso espeluznante que tuvo que juzgar el juez Ángel Amadeo Longarte fue el de Franco Rodrigo Gaspar Cinco, quien asesino a Alejandra Párraga y su hijo Amir, tras una escalofriante investigación, esta vez en un proceso unipersonal por parte del magistrado.

En el fallo, el juez Longarte condenó a Gaspar Cinco a la pena de prisión perpetua por los delitos de tentativa de homicidio simple en perjuicio del menor Amir Párraga y doble homicidio doblemente calificado de Alejandra Párraga y su hijo.

Aquel caso no fue uno más por lo perverso de la cronología y lo perturbador que puede resultar el hecho de sumergirse en las oscuras aguas de la locura y la maldad de un sujeto frio que carece absolutamente de algún ápice de culpa. Un loco furioso que puede premeditar el más sórdido de los planes criminales con tal de llegar al resultado muerte.

En retrospectiva y ante la atónita mirada de la prensa y el público que tuvo la oportunidad de presenciar tamaña atrocidad, Gaspar Cinco era al menos ante la optica de quien escribe la presente nota, un asesino de niños tal cual lo fue el notable homicida Cayetano Santos Godino o mas conocido por su alias del “Petiso orejudo”. Aunque la prensa por esos días lo asociaron más a Yiya Murano.

Para el caso de Gaspar Cinco, el execrable sujeto tuvo la suficiente conciencia como para comprar un potente líquido de uso industrial como lo es el cianuro de potasio, para diferentes especificaciones como Galvanoplastia, joyería e incluso endurecimiento de metales.

Unas dos semanas previas a las trágicas muertes de sus víctimas ya había intentado asesinar al hijo de su pareja, a quien había apodado como “rata con patas”. Sucedió en el dique Cabra Corral cuando intentó tirarlo ladera abajo. Pero un transeúnte lo salvó, según relatos de testigos en el juicio.

Pero el 5 de junio de 2017 a las 16:45 el psicópata terminó matando al niño y a su madre. Tuvo la inconfesa idea de hacerle creer a la joven Alejandra Parraga, su pareja, que había hecho bendecir una botella de agua en la Catedral y que eso debía darle de beber al niño.

Como todo manipulador convenció a la pobre madre y nunca sabremos a ciencia cierta si la intención fue matarlos a los dos, o solo al niño. Ella bebió de la botella y luego le dio a su hijo. Solo unos minutos después el potente líquido industrial incineró los órganos de la joven, quien cayó desplomada en la vereda, sufriendo igual suerte el pequeño Amir.

Esta horrorosa historia tuvo un cierre con una condena ejemplar a prisión perpetua para el psicópata Franco Rodrigo Gaspar Cinco, quien actualmente purga la pena máxima en la Unidad Carcelaria de Villa Las Rosas.