El juicio por la muerte de Maradona se terminó de caer tras el escándalo del docu-trucho intitulado “Justicia divina” y todo el proceso penal vuelve a foja uno. Todos los testigos tendrán que volver a declarar en el nuevo juicio. La “jueza hot” fue suspendida por 90 días hasta que se haga el jury de enjuiciamiento.
Pasan los días y el estupor continua tras el escándalo protagonizado por Julieta Makintach, la pseudo-jueza que se paseaba en minifaldas y tacos con una cámara atrás, creyéndose una actriz de una serie documental que ella en su megalomanía pensaba que iba a ser un éxito mundial y se vería en alguna de las plataformas más populares del planeta. Pero el “Sueño bendito” se terminó rápidamente cuando las partes advirtieron que la mujer suspicazmente posaba para una cámara que operaban tres personas mescladas entre el público y frente al tribunal.
Aunque ahí no acaba lo surrealista de esta perversa trama. La magistrada de estrecha falda y gesto de influencer de tiempo completo, formaba parte de un guion en el cual el juicio tenía una estructura argumental en el cual ya estaba todo guionado de antemano, donde al final todos serían condenados y ella sería la que bajaría el martillo para un cierre que justificara el título del pseudo reality: “Justicia divina”.
Así las cosas, esta ególatra se mostraría ante el mundo como la magistrada que habría impartido justicia ante la muerte del astro argentino. Pero paradójicamente la memoria del ídolo deportivo a ella poco y nada le importó, ya que en la manifestación audiovisual de lo que parece ser un “sacha tráiler”, muestra una autentica semiosis de la perversión. Es decir, mientras ella desfila y posa para la cámara entran imágenes en que se anuncia la triste noticia de la muerte de Diego Maradona, en lo que a la vista del espectador no es más que un festín de pacatería mesclado con lo necrofilia de la funesta noticia.

Un relato judicial kafkiano
Lo realmente grave del caso es que el juicio estaba previamente guionado. El material audiovisual, titulado Justicia divina, se difundió por primera vez en plena audiencia, presentado por el fiscal Fernando Ferrari. El video, de un minuto y cincuenta segundos, tiene el formato de un documental profesional: montaje en blanco y negro, música dramática, imágenes de archivo del Diez, textos superpuestos, audios reales de la causa y una fuerte impronta cinematográfica. Pero lo más impactante fueron las imágenes de la propia jueza Makintach recorriendo pasillos, escaleras y ascensores del edificio judicial, en lo que parecía una puesta en escena cuidadosamente planeada.
“Esto no es una entrevista, es un guión. Makintach ofició de actriz y no de jueza”, sentenció el fiscal Ferrari ante la atónita mirada de los presentes. Las reacciones no tardaron en llegar. Gianinna Maradona y Verónica Ojeda rompieron en llanto al ver las imágenes, mientras los abogados defensores comenzaron a pedir, uno tras otro, la recusación de la magistrada por “falta de imparcialidad” y “comportamiento incompatible con su función”.
Algunos tramos del guion dan cuenta de que hubo una clara intención de que este burdo material tenía consigo la inconfesa idea de transformarse en un producto audiovisual para poder ser comercializado en alguna plataforma o cadena de televisión.
“La Dra. Julieta Makintach, jueza del Tribunal Criminal Nº 2 de San Isidro, se prepara para comenzar un día que no es cualquier día. Elige la ropa con la que se va a vestir, se maquilla y desayuna a las apuradas. Es una mujer bella y de muy buen look. Es firme en su paso. Desactiva la alarma de su auto, se sube y se va rumbo a Tribunales de San Isidro”, este fragmento describe el comienzo del que iba a ser el primero de los seis capítulos.
Cabe recordar que todo se realizaba sin el consentimiento de los familiares de Diego Maradona ni de los imputados en la causa. Según puede constatarse en el guión, Makintash quería erigirse como la gran justiciera en la muerte de Maradona y que irónicamente terminó enterrando toda noción de justicia, ya que el proceso viciado de nulidad, en los próximos meses puede llegar a caer en un limbo judicial del cual jamás podría salir, ya que los defensores de los imputados tienen todos los elementos para descreer de una Justicia que ha perdido por completo su credibilidad ante semejante sin sentido.