“SE HIZO JUSTICIA, ABSOLVIENDO A NUESTRO DEFENDIDO LISA Y LLANAMENTE”

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Lo dijo el defensor Marcelo Arancibia en dialogo con MUY CRITICO, tras la lectura de la sentencia que determinó que su representado había actuado en legítima defensa de terceros. El tribunal absolvió por unanimidad al oficial Evaristo Guzmán, quien además terminó salvando la vida de sus compañeros.

Un cuchillo de 15 cm y 61 gramos es asestado en el omoplato izquierdo de un policía que logra salir hasta la vereda y se desploma en el piso. Los otros son primerizos, apenas salidos de la escuela de agentes y están aterrorizados ante la fuerza incontrolable de un hombre que está acostumbrado al trabajo tosco del campo y tiene casi dos gramos de alcohol en sangre.

Su hija también esta aterrorizada y fue ella la que alertó a la policía ante el microclima de violencia donde su madre está a merced de un sujeto cuyos frenos inhibitorios se nublan ante los vapores etílicos de su cerebro, el cual quema ideas que apuntan a matar al que tenga a tiro, y esos son los tres policías que deben controlar la escena en la pequeña vivienda del barrio Atocha II.

Dicen que todo hombre tiene su punto límite y Juárez lo ha superado con creces. Ya apuñaló a uno de los uniformados, solo quedan dos. Sus armas son, además del cuchillo, unas tenazas y un mini combo con el que podría partirle la cabeza al que se le acercare. Pero el cuchillo es la mejor arma ante “intrusos” en su casa, aunque sean policías a quienes su propia hija había llamado alertando al Sistema 911; y aunque no había denuncias previas de violencia de intrafamiliar, a sus hijos ni siquiera se les permitía bañarse con agua caliente con el propósito de ahorrar.

Aunque Juárez contaba con un enorme cuchillo –las tenazas y el mini combo como armas complementarias– su verdadero poder residía en el anestésico en su sangre, la cantidad de alcohol que había ingerido, “la etapa del león”. Esa donde un hombre es capaz de abrazarse a un enorme espinudo y gritar que esta convertido en el rey de la selva y que es capaz de cargarse a tres policías y cuantos quisiera.

En ese contexto determinar factores como “exceso” es algo que no califica en la psique de un oficial de la ley que está a segundos de perder la vida y que tiene ante si a uno de sus compañeros apuñalado en la vereda, a la espera de que la ambulancia lo salve de morir desangrado. Lugar al que apenas pudo llegar.

Ante semejante fuerza de la naturaleza descontrolada los policías debieron tomar la determinación de disparar con armas de goma, cosa que no lo detuvo; y lamentablemente el último recurso fueron dos disparos con un arma 9 mm., la reglamentaria de uso de la policía. Juárez murió en el hospital producto de un paro cardiorrespiratorio.

Los tres oficiales fueron acusados de los delitos de homicidio cometido en exceso del legítimo ejercicio del cargo agravado por el uso de arma de fuego; homicidio cometido en exceso del legítimo ejercicio del cargo y de la legítima defensa de terceros agravado por el uso de arma de fuego y vejaciones calificadas en concurso real; y vejaciones calificadas.

La defensa

Demostrar que el oficial Evaristo Guzmán había actuado en legítima defensa de la pareja de Juárez y sus hijos sería una terea altamente compleja. El encargado de tamaña responsabilidad fue el experimentado Marcelo Arancibia, quien además debía afrontar los ridículos planteos de la querella y todo un cumulo de acusaciones extrajudiciales tales como el contexto de abuso de autoridad, acusaciones de vejámenes y toda clase de improperios contra su defendido, quien de buenas a primeras era el más comprometido de los tres.

Aunque a la óptica de quien analizare fríamente el hecho y despojado de todo grado emocional, Guzmán fue quien salvó la vida de los aspirantes a policías, quienes se toparon con el peor cuadro apenas iniciada su experiencia en casos de una violencia extrema.

Arancibia fue desestimando pacientemente una a una las acusaciones que la fiscalía y la querella la achacaron a su defendido, aunque el fiscal Flores no se extralimitó en sus requerimientos, incluso en el pedido de penas al tribunal. De hecho ni siquiera replicó a la defensa de Guzmán al final de su pormenorizado alegato, el cual fue digno de escuchar en cada tramo que mostró lo antes relatado en la presente nota, con un nivel de minuciosidad como solo Arancibia puede exponerlo.

Al final del alegato y tras la lectura de la sentencia que absolvió lisa y llanamente y por unanimidad a su representado, el defensor dijo en dialogo con MUY CRITICO: “Me voy satisfecho, creo que he cumplido con la idoneidad que requiere este caso complejo y de difícil pronostico hasta el último momento. Se hizo justicia a nuestro entender absolviendo a nuestro defendido lisa y llanamente; y agradecer a Dios que todavía estoy vigente”.