FRANCISCO EN EL CINE: PIZZA, BIRRA, FUTBOL Y DOS PAPAS BIEN DIFERENTES

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En un encomiable duelo actoral, Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, brillan en un protagónico compartido, metiéndose en la piel de los dos papas y sus encuentros en el período comprendido entre los cónclaves de 2005 y 2013, a mitad de una crisis excepcional en el Vaticano. La decisión de estos dos hombres tendrá en vilo a la golpeada comunidad de católicos en todo el mundo. Mucha presencia argentina con un impecable Juan Minujín  y una extraordinaria ambientación de época durante los años de la dictadura militar. Imagen: Netflix

Redacción de MUY CRITICO el 22 diciembre de 2019

Se creía que el “golazo” de Netflix para 2019 era “The Irishman”, pero la auténtica joya del gigante del streaming es sin dudas The two popes. Hace unas horas se conoció la noticia de su nominación a los Globos de Oro, donde deberá competir en la categoría de Mejor película de drama del año junto a El irlandés, 1917, Joker y la favorita para muchos, Historia de un matrimonio.

Después de su estreno –fue subida a la plataforma el viernes 20 de diciembre de 2019– se manifestaron dos tipos de públicos. De un lado están los quisquillosos “teólogos” a los que no les hizo mucha gracia la “ficcionalización” de esas conversaciones entre el Papa Benedicto XVI y el Cardenal Jorge Mario Bergoglio en el período comprendido entre los cónclaves de 2005 y 2013.

El otro público es mucho más permisivo y no ahonda tanto en cuestiones teológicas y morales, simplemente se quedan con las magníficas actuaciones de Hopkins y Pryce, y disfrutar de la historia de dos hombres que se encontraron en un momento clave de la fe católica, aunque el enfoque ideológico esté presente todo el tiempo.

“El casting esquemático del Papa Benedicto XVI como un reaccionario rígido y el futuro Papa Francisco como revolucionario reformador tiene menos que ver con la realidad de ambos hombres que con la necesidad de conflicto del dramaturgo, y una preferencia ideológica por la narrativa de la liberación progresiva que triunfa sobre el tradicionalismo oculto”, dijo el diácono Steven Greydanus, quien es crítico de cine y fundador del portal decentfilms.com.

Dos estilos, dos ideologías y una simbiosis

No es una sorpresa que ambos actores estén nominados para un Golden Globe por sus encomiables actuaciones, aunque a los críticos especializados en esta temática les haya parecido irrelevante que semejantes actores formaran parte de la apuesta de Netflix.

Las quejas de Greydanus no se quedaron con el contraste ideológico solamente, también apuntó a que “Benedicto representa todo lo que estaba mal en la Iglesia del pasado, mientras que Francisco es todo lo que necesitamos para la Iglesia del mañana. Además que Benedicto es el papa vanidoso y ambicioso rechazado por Dios, mientras que Francisco es el pastor desprendido y firme elegido por Dios para guiarnos hacia el futuro”, dijo.

Por su parte el director de la película, Fernando Meirelles, con respecto a este eje temático dijo que tenía la intención de dibujar una dicotomía entre Benedicto y Francisco.

 

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“Cuando leí el guion por primera vez, para mí fue muy claro: Tenía al papa bueno y al papa malo. Sentía mucho más simpatía por el Papa Francisco, especialmente porque no sabía mucho sobre el Papa Benedicto”, dijo el cineasta carioca.

Otro “indignado” con la producción de Netflix es Enrique Fuster, quien enseña comunicaciones en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. “La película llevó sus estereotipos demasiado lejos con su tratamiento débil y superficial de la participación de Benedicto en la lucha contra el abuso sexual en la Iglesia”.

La confesión de Benedicto XVI

Entre los momentos más “valientes” del film está, el que el papa alemán decide realizar una confesión y le pide a Bergoglio que lo bendiga con el acto de contrición, de lo cual surge el silencio ominoso de Ratzinger.

Allí se insinúa que el Papa alemán sabía sobre el sacerdote mexicano sexualmente abusivo y fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, pero no actuó o esperó demasiado tiempo para actuar. Esto es tanto “falso” como “injusto”, dijo Fuster y agrega que “como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Joseph Ratzinger inició la investigación canónica sobre Maciel, y como papa lo retiró del ministerio sacerdotal en 2006. Esto se suma a muchas otras acciones contra los abusos, de parte de Benedicto XVI, tanto antes como durante su papado”.

La dictadura y el “pasado” de Bergoglio

Como para que el papa alemán no se sienta tan solo con sus “demonios”, al cardenal argentino también le van a atacar los monstruosos coletazos de los asesinos de la dictadura y los perversos miembros de las juntas militares.

Incluso con una encomiable ambientación de época y un Juan Minujín correctísimo, el metraje se detiene en ese pasado de los años de plomo y retuerce cualquier entraña mientras se muestran descarnadamente los vuelos de la muerte o los operativos de represión.

Todo ese pretérito drama a través de los vidriosos ojos de un Jonathan Pryce soberbio en el papel del afligido y torturado Bergoglio, donde su frase: “Podría haber salvado a más”, anclando con un Oskar Schindler, más que con “el perverso” que quisieron pintar los kirchneristas en 2005, cuando Néstor mandó a “carpetearlo” directo al Vaticano; y Pagina 12 le dedicó una tapa demonizándolo.

 

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Los dos papas es tan certera y oportuna para los argentinos que regresa un halo de reconciliación con el público que lo condenó por no visitar a la Argentina durante los 4 años de macrismo.

En cuanto a la “argentinidad” que muestra la película es otro acierto del director, ya que encuentra el punto justo para mixturar con humor el inmenso peso que la historia les ha cargado en los hombros a estos dos religiosos.

Los chistes de argentinos, la Xipolitaki, San Lorenzo y sobre todo la pizza con Fanta, lo acerca a esa italianidad que tiene a un inquieto Bergoglio, paseándose por las calles de esas ciudades bellísimas.

Con el futbol como arte de entretenimiento por sobre todas las mezquindades pulcras con las que el alemán mira –al principio– los viejos zapatos del argentino, pasando a formar parte de la decantación que va dejando el consenso entre dos pensamientos absolutamente opuestos y que finalmente, y tras tamañas diferencias, todo acaba en la final del Campeonato de Futbol, con pizza, cerveza y un gol en tiempo reglamentario.