GUSTAVO OROZCO EN MODO “MACARTISMO”

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Su propuesta establece que solo podrán inscribirse en un registro de comunicadores quienes posean títulos terciarios o universitarios en áreas afines. La autoridad de aplicación del registro sería el Ministerio de Gobierno o el organismo que este designe. De esta manera Orozco pretende filtrar toda forma de comunicar y de esta manera perseguir a aquellos que se expresen de forma contraria a su ideología marcadamente autoritaria. Algo muy parecido a lo que Joseph McCarthy hizo con los que él creía que eran comunistas y traidores a la patria en su país durante la Guerra Fría.

Evidentemente el diputado de derecha ignora por completo las más básicas definiciones de libertad de expresión y obvio que no conoce a un tal Abraham Zapruder, el padre del Periodismo Ciudadano, el empresario textil que filmó el asesinato del presidente John F. Kennedy. Tampoco sabe que el mejor periodista de la Argentina, un tal Jorge Lanata, fundador del diario Pagina 12, autor de más de 10 libros entre ellos el emblemático “Argentinos”, productor televisivo y ganador de innumerables premios, jamás estudio periodismos en ninguna universidad. Así siguen los interminables ejemplos de notables que se destacaron en el área de la comunicación y el periodismo, sin haber pisado una universidad.

De todos modos y ante las requisitorias de Gustavo Orozco, donde señala que los profesionales que validen contenidos también tendrían responsabilidad legal sobre los mismos, nada garantiza que un graduado de la Universidad que fuere, publique algo irresponsablemente sin importarle la suerte que corriera el protagonista de su nota periodística; aunque haya finalizado la asignatura Legislación y Ética en la Comunicación puede ser un cretino amarillista o un psicópata con micrófono. Situación que ya ha sucedido en Salta y seguirá sucediendo, al fin y al cabo “Las opiniones son libres y los hechos son sagrados”.

Tal como reflexiona el portal OPINORTE, el texto de Orozco no esconde sus intenciones: plantea la necesidad de “controlar” la difusión de contenidos públicos para evitar que personas sin formación “adecuada” hablen, opinen o difundan información. Pero detrás de esta justificación tecnocrática se esconde un mensaje mucho más oscuro: solo podrá comunicar quien el poder autorice.

De esta manera Orozco muestra una vez más su cara más autoritaria frente a una profesión que tiene la maravillosa particularidad de que cualquiera puede ser el canal de comunicación de un hecho de interés público, el cual produce la necesidad imperiosa de su manifestación ante quienes lo consideren de interés y dada la trascendencia o no de su contenido será materia de opinión del receptor en cuestión.

La sagrada profesión del periodismo no necesita de un “sensor”, ni menos de una reencarnación del infame Miguel Paulino Tato, a quien Sui Generis le dedicó una canción titulada “Las increíbles aventuras del Señor Tijeras”.