LA GUERRA EN PRIMERA PERSONA

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Estuvo en la Usina cultural el comodoro Gerardo Isaac, quien el 30 de mayo de 1982 atacó al portaviones HMS Invincible. Producto de esta acción ha recibido la más alta condecoración militar otorgada por la República Argentina: la Cruz al Heroico Valor en Combate y fue declarado “héroe nacional”. Estuvieron presentes la ministra de educación Cristina Fiore, el vice comodoro Ramón Galván, veteranos de guerra y alumnos de diferentes colegios.

Escuchar los relatos de Gerardo Isaac en la Usina Cultural fue una experiencia absolutamente inmersiva. Apenas tenía 23 años cuando le tocó pilotar un avión supersónico y formar parte de la misión “más alocada de la guerra de Malvinas”. Así es como la describe su compañero y “hermano” de la vida, el comodoro Ramón Galván, uno de los que hizo posible la visita del piloto a Salta.

Su relato cronológico trasladó a los allí presentes directo a 1982, cuando la Argentina se preparaba para enfrentar a una de las potencias militares más grandes del planeta. La Royal Navy con sus modernos cazas Sea Harrier, armados con misiles americanos Sidewinder, fueron un factor fundamental que inclinó la balanza para el lado de los británicos, quienes jamás se imaginaron que se iban a encontrar con pilotos tan experimentados como los argentinos.

El hecho de que un portaviones de un coste de 500 millones de dólares haya sido atacado y dejado fuera de servicio por diferentes escuadrillas formadas por aviones antiguos y pilotados por jóvenes apenas salidos de la Escuela Aeronaval de Córdoba, pone en perspectiva el valor de una hazaña que fue reconocida a nivel mundial, incluso por los británicos.

La Argentina para esa misión contaba con dos aviones Super Étendard comandados por el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco, quien portaba el último Exocet AM-39 que poseían las fuerzas argentinas; el Teniente de Navío Luis Collavino (en apoyo de radar) y cuatro A-4C Skyhawk, Grupo 4 de Caza comandados por los Primeros Tenientes José Daniel Vázquez, jefe de la escuadrilla A4C, (avión C-312) y Ernesto Ureta (avión C-321), el Teniente Omar Jesús Castillo (avión C-310) y el Alférez Gerardo Guillermo Isaac en un C-318.

Un gesto de grandeza antes de la hazaña

Unos días antes sucedió un hecho que podría haber cambiado para siempre la vida de Gerardo Isaac, convirtiéndolo en algo muy alejado del héroe nacional que es al día de hoy.

El 28 de mayo le tocó participar de una misión para atacar un blanco al norte de las Islas Malvinas, pero al encontrar al objetivo se constató que este buque era el HMHS Uganda el cual estaba destacado por el bando Británico como “buque hospital” y contaba con las correspondientes cruces rojas pintadas en su estructura.

El jefe de escuadrilla, el capitán Caffaratti ordenó no atacar, lo que agradece Gerardo en su relato, 42 años después. “Me ahorró el tener que desfilar indefinidamente por tribunales internacionales por haber cometido un crimen de guerra”, explicó en su emotivo relato. Resultó que además en ese buque iban argentinos que estaban siendo asistidos por personal médico al haber sido tomados prisioneros.

No tan “Invencible”

Dos días después despegó desde la Base Aeronaval de Río Grande en la provincia de Tierra del Fuego una fuerza conjunta aeronaval que estaba conformada por dos Super Étendard. Esta fuerza estaba comandada por el capitán de corbeta Alejandro Francisco, quien portaba el último misil Exocet AM-39 que poseían las fuerzas armadas argentinas.

Los 6 aviones antes de atacar el Invencible reabastecieron con 2 Hércules. Sin dudas estos reabastecimientos en vuelo fueron claves en el desarrollo de la guerra. Luego del ataque los dos A-4C que completaron la misión volvieron a reabastecer.​

Los argentinos dispararon el misil Exocet al HMS Invincible, impactado en la base de la torre de mando de la embarcación. Al momento del disparo, los cuatro A-4C se lanzaron sobre la estela del misil. En ese momento un misil británico explotó en el avión de José Daniel Vázquez y otro en el de Omar Jesús Castillo, lamentablemente ambos caen al mar y pierden la vida.

Luego de ello, los aviones argentinos restantes lanzaron sus bombas sobre la cubierta del Invincible. Cuatro horas más tarde de iniciada la operación. Solo Ernesto Ureta y Gerardo Isaac regresaron a Río Grande.

A pesar del reconocimiento de los británicos a la valentía y habilidad de los pilotos, el Reino Unido oficialmente niega el ataque, teniendo distintas versiones sobre el último Exocet. Para los argentinos esta es la demostración más grande de valor en combate que un piloto pueda merecer. Afortunadamente uno de ellos estuvo es Gerardo, quien es un testigo presencial de aquella épica en combate y que tuvimos el honor de recibir en Salta el miércoles 14 de agosto en la Usina cultural.