MILEI: “SOY EL QUE DESTRUYE EL ESTADO DESDE ADENTRO”

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En una entrevista con un medio internacional, el presidente de la Nación realizó declaraciones controvertidas acerca del estado y la situación económica del país durante una crisis alimentaria, con la posibilidad de encaminarse hacia una hiperrecesión, tal como predicen algunos economistas ortodoxos.

Por María Victoria Bravo

La falta de empatía, el delirio y el cambio en su expresión al hablar de ciertos temas, Javier Milei evidencia una vez más que el anarcocapitalismo, que predica pero no ejerce (económicamente sigue los principios de la escuela de Chicago), busca romper los cimientos humanistas sobre los que se construyó la cultura argentina. La “batalla cultural” que menciona se centra en promover la crueldad y el sufrimiento entre la población.

“Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye al Estado desde adentro. Es como estar infiltrado dentro de las filas enemigas. Yo odio tanto al Estado que estoy dispuesto a soportar estas calumnias tanto sobre mi persona como sobre mis seres más queridos, que son mi hermana y mis perros”.

La destrucción del Estado ha resultado, en estos primeros seis meses de gobierno, en el abandono de pacientes oncológicos, discapacitados y electrodependientes. La política económica de ajuste ha aumentado el número de personas que recurren a los merenderos, incluyendo a muchos trabajadores en blanco y miembros de la clase media baja.

Cuando fue preguntado por la crisis económica y el hambre que sufre la gente, sin ponerse colorado afirmó: “Yo no tengo por qué lidiar con las emociones, yo hablo con números y de realidad, no de emociones.”.

En su realidad, el hambre es una emoción y no un hecho, lo que probablemente explica por qué se han retenido 5.000 toneladas de alimentos. De estos, solo se distribuirá la leche próxima a vencer, y únicamente a los centros Conin, que no poseen la logística necesaria para abarcar todo el territorio nacional (disponen de solo 100 centros frente a los aproximadamente 40,000 comedores y merenderos en todo el país).

Un acto político y simbólico significativo fue la apertura de la Catedral de Buenos Aires, situada en la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada, para alimentar a las personas sin hogar y a aquellas que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas al final del mes. Este gesto de la Iglesia Católica reafirmó el enérgico mensaje del sermón del Tedeum de Mayo. A esto se añaden las palabras del Papa Francisco: “Ningún gobierno puede exigir a su pueblo que soporte privaciones incompatibles con la dignidad humana”.

Luego en una crítica cuasi mística al socialismo como si todavía viviéramos en la etapa de la guerra fría sostuvo:

“Parecía imposible y llegué a ser presidente de un país que durante 100 años abrazó estas ideas nefastas y socialistas que han hecho que Argentina pasara de ser el país más rico y se convirtiera en el 140. Hoy tenemos el 55% de pobres y 15% de indigentes”, afirmó. Además, alertó que no es necesario que el mundo pase por una debacle similar para darse cuenta de los peligros del socialismo: Vengo de un futuro apocalíptico como Terminator para evitar el socialismo”

Considerarse Moisés, afirmar que se comunica con filósofos de la antigüedad a través de una médium o declarar que se traslada la embajada argentina a Jerusalén por mandato divino y ahora creerse Terminator nos lleva a pensar que ni López Rega se atrevió a tanto.

En recientes encuestas, la falta de empatía y sensibilidad social emergió como una crítica entre la opinión de los propios votantes, señalando que el umbral de tolerancia se está reduciendo. Queda por ver cómo afectará la excesiva reacción que tuvo contra el Congreso tras la media sanción de la nueva fórmula de movilidad, especialmente después de calificar de decadentes y degenerados a los legisladores que votaron a favor de la recomposición de las ya devaluadas pensiones.

Mientras los bonos argentinos se desploman, el sector agrícola retiene la soja, el riesgo país aumenta y el consumo se desploma. La industria comienza a detenerse, se anticipa una inflación estancada en el 5% mensual por el resto del año, y el anhelado crecimiento económico en forma de V se torna en una utopía. Mientras tanto, el pueblo sufre y espera.